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La economía después de las elecciones

Eduardo Sarmiento
27 de junio de 2022 - 05:00 a. m.

Gustavo Petro resultó elegido y rápidamente manifestó su preferencia por un sistema de socialismo moderado, socialdemócrata, dentro de un marco de economía de mercado. En el fondo pretende darle continuidad al modelo que viene de 30 años atrás dentro del marco de severas reformas sociales y económicas que reduzcan las enormes diferencias de ingresos de la sociedad colombiana. En las primeras manifestaciones no se precisan cambios en el modelo económico.

Debido a la caída del ahorro proveniente del mal desempeño de la economía y del coronavirus, el país está en el modelo de oferta. La producción evoluciona por debajo de la demanda. Así, en la información de las cuentas nacionales reportadas por el DANE se advierte que en 2021 la demanda creció 10,6 % y la oferta lo hizo menos de la mitad. Algo similar se observa en el presente año.

No obstante todas las advertencias formuladas en esta columna, el Gobierno no hizo nada para evitar el desplome del ahorro. La tasa de ahorro bajó a la mitad en los últimos dos años y no se observa ninguna señal de recuperación.

No sobra recordar que en el pasado medio siglo la economía operó en el marco de la economía de demanda. En los últimos dos años la contracción del ahorro ocasionada por diversos factores la convirtió en una economía de oferta, donde la producción crece por debajo de la demanda agregada y se generan toda clase de ajustes destructivos. La inflación aumenta en forma creciente, el salario desciende y los ajustes se tornan inerciales.

En síntesis, estamos ante una economía de oferta que contrae la producción y el empleo, al tiempo que deteriora el crecimiento y la distribución del ingreso. Las políticas fiscales y en general las transferencias de ingresos tienden a reducir las tasas de ahorro. La solución es un modelo que eleve de la tasa de ahorro a través de un desequilibrio monetario que aumente la oferta de dinero por encima de la demanda y posteriormente se complemente con una reforma del sector externo que aumente la productividad y reduzca el déficit en la cuenta corriente.

En términos más concretos, el estado actual de la economía es el resultado de un modelo económico que reduce el ahorro y pone el salario por debajo de la productividad. La economía queda a la deriva. El antídoto no puede ser otro que una estrategia abierta para elevar el ahorro y reducir el déficit en cuenta corriente.

En las economías de mercado las fuerzas convergentes reducen la tasa de ahorro y deterioran el crecimiento y la distribución del ingreso. Por eso el funcionamiento óptimo del sistema está condicionado a un modelo que eleve la tasa de ahorro y sostenga productividad y el salario. El mejor desempeño se alcanza cuando se interviene el mercado monetario para aumentar la oferta de dinero por encima de la demanda, y el sector externo para ampliar los bienes de mayor complejidad, demanda y productividad.

Se confirma que el ahorro no solo influye en el crecimiento, sino también en la distribución del ingreso y, lo más importante, en la armonización de los dos propósitos. Sin duda, se erige como el principal determinante del estado de la economía, más concretamente del crecimiento y la distribución del ingreso.

En el pasado el crecimiento se consiguió a cambio de la equidad y se tornó insostenible. Las nuevas teorías y la evidencia histórica del medio siglo señalan que es posible avanzar en los dos frentes. Los países que más crecen son los que más avanzan en la distribución del ingreso.

 

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