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Como lo advertí en columnas anteriores la economía se precipitó en un estado crítico de ahorro menor que la inversión. El producto nacional crece a tasas cercanas a cero y el ahorro crece por debajo del producto nacional. No había otro camino que devaluar la moneda, elevar la tasa de ahorro, y reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente. En su lugar, se revaluó la moneda 21% en términos reales con respecto a 2022 y se bajó la tasa de ahorro 40% con respecto a la tendencia histórica.
La verdad es que la economía experimentó de tiempo atrás una reducción de la tasa de ahorro que se pretendió contrarrestar con acciones que la agravaron. La reducción de la tasa de ahorro desarticuló el sistema. La economía quedó expuesta a un estado de declive de la tasa de crecimiento del producto (y deterioro de la distribución del ingreso) y descenso de la tasa ahorro que se refuerzan y conducen al colapso.
La solución de mercado ha conducido a un estado de baja de la tasa de ahorro y ampliación del déficit fiscal y en cuenta corriente que se sale de las normas de prudencia internacional. En 2025 el déficit fiscal aumentará significativamente por la caída de los ingresos tributarios que viene del año anterior, cuando decrecieron 13,5% por el bajo crecimiento del producto, y la ampliación del gasto fiscal.
El país no puede operar con una caída de la tasa de ahorro de 40% con respecto a la tendencia histórica y déficit fiscal y en cuenta corriente que suman más de 10% del producto, el más alto de la lista de economías reportada por la revista El Economist. La verdad es que la economía quedó abocada a un estado de reducción del ahorro y ampliación del déficit fiscal y en cuenta corriente de la balanza de pagos insostenibles.
La solución no está ni surge de las idealizaciones de libre mercado sino de un modelo que devalúe la moneda, eleve la tasa de ahorro y reduzca el déficit fiscal y en cuenta corriente. Se tiene un sistema en desequilibrio que solo se puede superar con un modelo de desequilibrio, como es un acuerdo nacional para elevar la tasa de ahorro mediante la intervención del mercado cambiario o monetario.
La solución del sistema no la consigue el mercado. Llevamos medio siglo en que no se ha logrado aumentar el ahorro para salir del estancamiento. En Colombia el ahorro bajó 40% con respecto a la tendencia histórica. En lugar de aumentar la tasa de ahorro, se procedió a subir la tasa de interés y bajar la tasa de ahorro. Se configuró un estado de economía de oferta, ahorro menor que la inversión, y se pretende superar con la reducción de ahorro y la ampliación del déficit fiscal y en cuenta corriente. El sistema quedó abocado a la reducción de la oferta y la ampliación de la demanda que lo precipita en colapso.
Estamos en una economía de oferta, ahorro menor que la inversión; el país está desprovisto de medios para reducir el déficit en cuenta corriente y aumentar el ahorro.
Los Tigres Asiáticos lo subsanaron con la reducción del déficit fiscal y en cuenta corriente. Mas concretamente, los asiáticos subsanaron la deficiencia entre el ahorro y la inversión con la devaluación de la moneda. Los cierto es que lograron una relación directa entre el crecimiento económico y el ahorro.
En Colombia y en América Latina, la relación se ve limitada por la alta sustitución entre el ahorro y el empleo informal. En cambio, en los países asiáticos hay una abierta complementariedad entre el crecimiento económico y el ahorro, que en buena medida explica el milagro asiático.
Antes había que bajar la tasa de interés y devaluar la moneda. Ahora ya no es posible bajar la tasa de interés, porque se generaría un estado de expectativas que precipitaría la salida de capitales y la revaluación de la moneda. Lo que se requiere es la intervención en el mercado cambiario con la modalidad tipo de cambio fijo o en el mercado monetario con la modalidad de tipo de cambio flexible y la reducción drástica del déficit fiscal.
