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El Gobierno está comprometido en las reformas a la salud, las pensiones y laboral. Todas ellas están orientadas a mejorar la distribución del ingreso a cambio de una reducción del ahorro. Por eso, la tasa de ahorro de la economía, que descendió en los últimos dos años en 30 % con respecto a la tendencia histórica, se vería agravada. El sistema operaría con una suma del déficit en cuenta corriente y el déficit fiscal superior al 10 % del PIB, que no es sostenible. La caída de la tasa de ahorro se acentuaría contrayendo el crecimiento y el empleo, y en el mediano plazo deteriorando la distribución del ingreso.
La verdad es que los programas sociales descritos se justificaron al comienzo de la administración en la creencia de que la reforma tributaria generaría cuantiosos recaudos, que no ocurrieron.
La DIAN estima que los recaudos tributarios serán inferiores a los previstos. Las soluciones se pretenden ampliando la demanda de dinero con respecto a la oferta. Pero esto solo es posible con tasas de interés negativas, que serían rechazadas por las autoridades del banco central y de las instituciones financieras. La economía que venía operando en condiciones de economía de demanda pasó a un estado de economía de oferta.
La solución no puede provenir de ampliar la demanda, sino de la oferta. Hay que aumentar la tasa de ahorro. La solución debe provenir, así se repita, de una elevación del ahorro, y no de la disminución.
La verdad es que el Gobierno está comprometido con una economía de demanda, donde, como lo dice su nombre, la producción y el empleo se impulsan con políticas que amplían la demanda y aumentan la inflación.
El crecimiento y el progreso se propician con modelos que bajan el ahorro. Se replica el error de América Latina, que busca el crecimiento económico a cambio de la distribución del ingreso, y no se consigue ninguno de los dos. En contraste, los países asiáticos alcanzan los dos propósitos porque elevan el ahorro. Las estrategias que buscan un propósito a cambio de otro fracasan.
Nada nuevo. Los cuantiosos déficits en cuenta corriente y en el comercio internacional dan lugar a la reducción de la tasa de ahorro que en algún momento se manifiesta en contracción de la inversión pública y privada y en la ampliación del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, como se observa en las cuentas nacionales correspondientes a diciembre de 2023.
La solución es un modelo que baje la tasa de interés y devalúe la moneda en forma directa, ya sea por medio de la intervención en el mercado cambiario o en el monetario. La reticencia a aplicar la recomendación ha dado lugar a una reducción de la tasa de ahorro que contrae la producción y el empleo.
El ajuste no resulta del mercado que presupone que la economía está en equilibrio. Lo que se tiene es una economía en desequilibrio con oferta agregada inferior a la demanda. La solución es un modelo de desequilibrio que corrija la deficiencia en donde se causa.
La reducción de la tasa de ahorro, el ahorro faltante, se subsana con un exceso de demanda de dinero sobre la oferta, que solo se puede sostener con tasas de interés reales negativas, que serían rechazadas por el Banco de la República, pues está comprometido en tasas de interés positivas para mantener la estabilidad de precios.
La solución es un modelo de desequilibrio de demanda de dinero mayor que la oferta que eleve la tasa de ahorro. Las formulaciones alternativas que bajan el ahorro son insuficientes, inequitativas e insostenibles.
