La economía colombiana está montada en un modelo que reduce el ahorro y desmantela la economía y, en términos más concretos, deteriora el crecimiento y la distribución del ingreso. La economía está en un estado estacionario en el cual el trabajo y el capital se sustituyen y se tornan inefectivos para impulsar el crecimiento del producto nacional. Se necesita un modelo basado en las directrices de desequilibrio, economías de oferta y demanda, que eleve el ahorro mediante severas reformas monetarias, financieras, comerciales y sectoriales que reduzcan el déficit fiscal y en cuenta corriente.
Cuando la economía entra en estado estacionario los factores de producción de trabajo y capital se sustituyen y crecen a la misma tasa que el producto.
En Colombia la reducción del ahorro y la inversión durante y luego de la pandemia ha resultado en bajas tasas de crecimiento económico, las cuales reducen la capacidad del Gobierno de implementar programas sociales de distribución del ingreso, lo cual confirma que no se han mejorado los indicadores de pobreza y de coeficiente de GINI.
En las concepciones económicas dominantes se considera que todos los mercados se equilibran y la oferta agregada se iguala con la demanda agregada. La evidencia de dos siglos lo contradice. Las economías operan en un estado de exceso de demanda en unos mercados e igualdad entre la oferta y la demanda en otros, y alcanzan los mejores resultados cuando elevan el ahorro.
La economía tiende a un estado de ahorro menor que la inversión que no puede enfrentarse con el instrumental de mercado. A menos que se avance en un modelo que baje la tasa de interés real, devalúe la moneda y reduzca el déficit fiscal y en cuenta corriente, como lo realizaron los Tigres asiáticos, la economía queda a la deriva y tiende al colapso. Las economías de oferta no pueden sostenerse con modelos de ahorro decreciente. Todos pierden. La solución no puede ser distinta que la conformación de grandes consensos nacionales e internacionales en favor de las organizaciones y políticas que propician el ahorro. Las acciones que en el pasado se realizaron para ampliar el consumo dentro de las economías keynesianas de demanda se deben trasladar al ahorro.
Durante mucho tiempo se consideró que el ahorro era solo el principal motor de crecimiento. Hoy en día aparece también como el principal motor de la distribución del ingreso. Los países que más crecen son los mismos que más avanzan en la reducción de las desigualdades. Por lo anterior, para avanzar en la distribución del ingreso, se requiere aumentar el ahorro.
En los países en los cuales se intenta mejorar la distribución del ingreso sin aumentar el ahorro, la reducción del crecimiento económico frustra los propósitos. En cambio, las economías que han aumentado el ahorro ampliando la actividad económica adquieren mayor flexibilidad para los propósitos de distribuir el ingreso.