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En varias oportunidades señalé que la economía se encuentra en un estado de ahorro menor que la inversión. La solución es un modelo de desequilibrio que baje la tasa de interés real, devalúe la moneda, y así eleve la tasa de ahorro.
Como la economía no crece, se incurrió en un grave error histórico. Se dio por cierto que el crecimiento y la distribución del ingreso son separables. Un propósito se puede conseguir a cambio del otro. No es cierto. Los dos propósitos se alcanzan cuando se incrementan la tasa de ahorro, la relación capital-producto y el crecimiento del capital.
Lo cierto es que la economía registra una caída de 40 % de la tasa de ahorro con relación a la tendencia histórica y un aumento notable del déficit fiscal y en cuenta corriente. Los hechos factuales se encargaron de reafirmar que se requiere un modelo basado en las directrices de desequilibrio, economía de oferta y demanda, que eleve el ahorro mediante severas reformas monetarias financieras y comerciales que devalúen la moneda y reduzcan el déficit fiscal y en cuenta corriente. La economía entraría en un estado en el cual el trabajo y el capital se complementan y se tornan efectivos para impulsar el crecimiento del producto nacional y avanzar en la distribución del ingreso.
La solución es un modelo que solo se puede aplicar dentro de un consenso de las partes. En cierta manera se tiene un estado en que las soluciones no pueden aplicarse por la falta de acuerdo para realizarlas.
Ante todo, se debe reconocer que la solución del sistema solo se puede lograr con un modelo que baje la tasa de interés real y devalúe la moneda dentro de un acuerdo nacional. En particular, se requiere un acuerdo sobre la necesidad ineludible de devaluar la moneda con la intervención del Gobierno en el mercado cambiario o monetario. En fin, las soluciones se consiguen con una intervención del Estado que eleven la tasa de ahorro.
El mercado tiende a colocar la tasa de ahorro por debajo de la inversión. Lo que se requiere es un modelo que baje la tasa de interés, devalúe la moneda, y así eleve la tasa de ahorro, a diferencia de los modelos de equilibrio. Lo mismo se puede decir de los modelos dominantes, como los de Solow y Mundell, que pretenden mantener el ahorro por debajo de la inversión.
El mercado por su propia cuenta no está en capacidad de colocar el ahorro por encima de la inversión. El propósito solo se puede lograr con la intervención del Estado en el mercado cambiario y monetario, como lo han hecho los Tigres Asiáticos.
El mérito de los Tigres Asiáticos no está en la apertura del mercado, sino en la elevación de la relación capital-producto para elevar la productividad de la mano de obra en las actividades de mayor complejidad y demanda externa.
Lo que se requiere es un modelo de ahorro mayor que la inversión, y crecimiento del capital por encima del producto, como lo han realizado los Tigres Asiáticos.
En Colombia al aumentar el ahorro la economía experimentaría una ampliación del capital que incrementaría el empleo y la producción. Y lo más sorprendente, al mismo tiempo, mejoraría la distribución del ingreso. El relevo del ministro de Hacienda no cambiará el panorama mientras se suba la tasa de interés real, se revalúe el tipo de cambio y se amplíe el déficit fiscal y en cuenta corriente. La suerte del nuevo ministro dependerá de su capacidad de avanzar en acuerdos que eleven la tasa de ahorro.
