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En la última columna reiteré que la economía estaba en una seria dificultad por los errores del pasado. El país está abocado a devaluar la moneda y elevar la tasa de ahorro. Como no lo hizo, ahora tiene que realizarlo en mayores dimensiones. De otra forma se precipitaría en colapso.
La economía ha profundizado la revaluación y la caída de la tasa de ahorro, que se refuerzan, como ocurrió con la pandemia. No hay más opción que la devaluación drástica de la moneda, y así elevar la tasa de ahorro. Actualmente, se requiere la intervención monetaria o cambiaria para devaluar la moneda. La tasa de interés de intervención del Banco de la República ya no es necesario bajarla. Por el contrario, es bueno mantenerla igual para evitar la salida de capitales. En este momento no se advierte un desempeño adecuado de los principales determinantes del crecimiento representado por el capital y el tipo de cambio. La tasa de ahorro ha declinado 40 % con respecto a la tendencia histórica.
El crecimiento de la tasa de cambio en términos reales ha descendido 21 % en los últimos dos años. El producto y el empleo no se recuperan. En la última década uno de los sectores con menos dinamismo es el industrial con un crecimiento promedio de 1,4 %, inferior al crecimiento promedio del producto total de 2,6 %. Una devaluación de la moneda incentivaría a este sector transado de la economía.
La reducción de la participación del producto industrial en el total se ha reforzado con las políticas del Gobierno, y resulta en la profundización de la desindustrialización. Esto disminuye el crecimiento del producto ya que la industria es el sector con mayor capacidad de liderazgo por su mayor capacidad de crecimiento de la productividad que otros sectores.
Hasta el momento las soluciones han girado en torno a reducir la tasa de ahorro y revaluar la moneda, y lo que se requiere, al contrario, es elevar la tasa de ahorro y devaluar la moneda. Sin duda se requiere un acuerdo para devaluar la moneda en forma drástica y elevar la tasa de ahorro, y ahora también para reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente.
En este momento no se advierte un desempeño adecuado de los principales determinantes del crecimiento representados por el capital y el tipo de cambio. La tasa de ahorro ha declinado con respecto a la tendencia histórica. La tasa de cambio en términos reales ha descendido. Sin duda, para completar se requiere un acuerdo para devaluar la moneda y elevar la tasa de ahorro, y ahora también para reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente.
Las políticas macroeconómicas tienen impacto sobre el producto total y sectorial. Los altos déficits fiscal y en cuenta corriente disminuyen el ahorro, y reducen el dinamismo de los sectores económicos como el sector industrial. La caída del producto y la industria se refuerzan, y la economía colapsa. El sector industrial que debía liderar el crecimiento económico, en la última década ha tenido un crecimiento inferior al del producto total.
Los altos déficits fiscal y en cuenta corriente disminuyen el ahorro. Se configura un círculo vicioso de caída del producto nacional y ahorro que se refuerzan, como ocurrió con la pandemia. No hay más opción que contrarrestarlo con la política macroeconómica de intervención en el mercado monetario o cambiario.
