Las elecciones y el estado de la economía

Eduardo Sarmiento
05 de junio de 2022 - 02:00 a. m.

Los resultados sorpresivos de la votación en la primera vuelta cambio las actitudes de los candidatos. Al parecer, Petro y Rodolfo se inclinan en favor de una estrategia para cambiar la estructura inequitativa de la economía, como reducir la pobreza, mejorar la distribución del ingreso y elevar los ingresos laborales.

El debate quedó incompleto. No se avanzó en un diagnóstico sobre el estado de la economía. En particular, no se reconoció en forma explícita que la tasa de ahorro cayó a la mitad en 2020 y 2021, y que la inversión crece muy por debajo del producto nacional. Tampoco logró un acuerdo sobre los programas y reformas sociales requeridos para revertir el deterioro de los índices de pobreza, la participación de los ingresos laborales en el producto nacional y el coeficiente de Gini.

La economía opera con un faltante de ahorro de 10% del PIB que impide el funcionamiento regular y la realización de la estrategia social. La tasa de ahorro y la productividad descienden de tiempo atrás, y mientras persistan esas condiciones, la producción evoluciona por debajo de la demanda agregada y el sistema queda a la deriva.

Ante la indefinición nacional, el FMI se anticipó a proponer como solución una reforma tributaria que desconoce las condiciones especiales de la coyuntura dentro del fraccionamiento actual del Congreso y presenta serias dificultades operativas. No es realista esperar que los congresistas aprueben una reforma tributaria de grandes dimensiones sin contrapartidas para sus regiones. Buena parte de la reforma se iría a mayor gasto. El nuevo Gobierno no dispondrá de margen para reducir el déficit fiscal en más de 1.5% del PIB, y avanzar en programas que reduzcan las enormes desigualdades de la sociedad colombiana, como sería la ampliación de las transferencias al 40% más pobre y la elevación de los ingresos de los trabajadores con ingresos cercanos al salario mínimo.

No se ha reconocido que la economía opera en un estado de caída de la tasa de ahorro a la mitad y una reducción de la complejidad de la canasta de producción que impiden recuperar la tendencia del crecimiento histórico y mejorar la distribución del ingreso en forma significativa y gradual. En síntesis, no se sabe como se implementarán los programas sociales dentro de las condiciones actuales de la economía de reducción de la tasa de ahorro a la mitad, y disminución ascendente del ahorro y la inversión en términos del producto nacional.

La única solución es un nuevo modelo de reformas estructurales que eleve la tasa de ahorro y sostenga el salario por encima de la productividad. En la práctica se puede materializar con la reorientación de la política monetaria que convierta el exceso de demanda dinero en exceso de oferta y el cambio de la composición comercial y sectorial hacia actividades de mayor complejidad. Así la recuperación del ahorro y fortalecimiento con la mayor productividad crearían las condiciones para la expansión de la producción de la economía de oferta. Lo cierto es que mientras se mantengan las condiciones de bajo ahorro y decaimiento de la tasa de ahorro y de la inversión con respecto al producto nacional, la economía no tendrá las condiciones macroeconómicas para avanzar en las reformas sociales dentro de un ambiente de gradualidad y crecimiento de la producción y el empleo.

Como se enseña en la nueva teoría de crecimiento en desequilibrio, el ahorro es el principal determinante del crecimiento y la distribución del ingreso.

 

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