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Durante mucho tiempo señalé que las economías de oferta no se pueden reactivar con sistemas que reducen el ahorro. Es necesaria la intervención del Estado para elevar el ahorro y también para reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente de la balanza de pagos.
La economía colombiana pasó de una economía de demanda a una economía de oferta, de una economía de ahorro mayor que la inversión a una economía de ahorro menor que la inversión.
La mejor solución se alcanza cuando el Estado interviene para elevar el ahorro, y también reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente. De tiempo atrás señalé que la igualdad entre la oferta y la demanda se quebró. El ahorro quedó por debajo de la inversión. En razón que el mercado tiende a reducir el ahorro, la economía queda a la deriva.
No hay otro camino que la acción del Estado para aumentar el ahorro como sería la intervención cambiaria y monetaria. Y no se hizo. Y más, se hizo lo contrario. No se cumple la ley de Say, y tampoco la ley de equilibrio competitivo de Arrow y Debreu, que dominaron el pensamiento clásico. Lo cierto es que el tipo de cambio se revalúa 25 % en términos reales y la tasa de ahorro declina 40 % con respecto a la tendencia histórica.
El sistema no funciona con tasas de cambio flexibles. Se requiere la intervención en el mercado cambiario, ya sea con tasas de cambio fijas o con la política fiscal para devaluar la moneda y subir la tasa de ahorro.
El desacierto de la economía colombiana está en el intento de reactivar la economía con la revaluación del tipo de cambio, la baja de la tasa de ahorro, y para completar, aumentar el déficit fiscal y en cuenta corriente.
Se requiere un modelo fundamentado en la observación de los hechos factuales, que muestran que el tipo de cambio se revalúa, la tasa de ahorro se desploma, y el déficit fiscal y en cuenta corriente supera el 10% del PIB, y no un modelo basado en las idealizaciones de mercado como es bajar la tasa de ahorro.
Desde la apertura económica los déficits en la balanza comercial y en la cuenta corriente con relación al producto han aumentado. En 1991-92 los superávits promedios fueron respectivamente de 3,6% y 3,2%. Luego los déficits promedio fueron altos en 1993-98 con 3% y 4,9%, respectivamente. A partir de 1999 hasta 2013 los indicadores mejoraron con superávits promedio de 0,8 % en la balanza comercial y déficits promedio de 1,8 % en la cuenta corriente. Para el último periodo, de 2014 a 2025, los déficits promedio fueron en la balanza comercial de 3,4 % y en la cuenta corriente de 4,4 %.
En forma reiterada he sostenido que la economía pasó de una economía de demanda a una economía de oferta, que se manifiesta en un exceso de la inversión sobre el ahorro, que no es sostenible. La suma del déficit fiscal y en cuenta corriente supera el 10 % del PIB, el más alto de la OCDE.
En términos del sector externo lo anterior se manifiesta en altos déficits en cuenta corriente de la balanza comercial. La solución se alcanza cuando el Estado interviene para elevar el ahorro, y también para reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente, es decir, la intervención en el mercado para incentivar el ahorro y aumentar la relación capital-producto, y reducir el déficit fiscal y en cuenta corriente.
