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En la última columna reiteré que la economía por diferentes factores que vienen de atrás opera en un estado de ahorro faltante. El ahorro es menor que la inversión, y en consecuencia la producción es menor que la demanda. En términos de las cuentas nacionales la producción determinada por los ingresos laborales (IN) es inferior a la demanda determinada por los gastos (PIB). El desequilibrio se pretende remediar con un modelo de equilibrio de mercado que eleva la tasa de interés y sostiene la modalidad de cambio flexible. La economía queda a la deriva. La tasa de ahorro declina y el tipo de cambio se revalúa. La diferencia entre la oferta y la demanda se amplía y se refuerza.
Las soluciones se pretenden con un modelo de equilibrio de mercado que sube la tasa de interés y sostiene la modalidad de cambio flexible. Los resultados están a la vista. La tasa de ahorro declina y la moneda se revalúa. No hay más opción que el modelo dictado por la observación de los hechos factuales, que revelan resultados y comportamientos opuestos a los previstos; como bajar la tasa de interés en forma gradual y devaluar la moneda en forma directa. El panorama cambiaría en forma drástica. La tasa de ahorro subiría, la moneda se devalúa y el déficit en cuenta corriente disminuye; el bache entre la producción y la demanda disminuye. La economía entraría en un estado de reducción de la inflación, disminución del déficit en cuenta corriente, y recuperación del crecimiento y mejoría de la distribución del ingreso.
La economía opera con bajo ahorro que contrae la producción con respecto a la demanda, economía de oferta, y agrava la inflación, revalúa la moneda, amplía del déficit en cuenta corriente, estanca la producción y deteriora la distribución del ingreso. La solución es reducir el déficit fiscal y el déficit en cuenta corriente.
La recuperación de la tasa de ahorro se puede lograr con la devaluación de la moneda y en menor grado con la reducción del déficit fiscal. La economía no ha logrado superar el estado de ahorro deficiente, y mientras persista, no será posible avanzar en los programas sociales y recuperar la actividad productiva y el buen funcionamiento del sistema.
La economía colombiana está en un estado de deficiencia de ahorro que se manifiesta en inflación, déficit en cuenta corriente y estancamiento. Luego de pasar por los dos primeros estados, en la actualidad se ha entrado en el estado de estancamiento. La información del segundo trimestre revela una caída pronunciada con respecto al mismo periodo del año anterior.
Mientras persista el elevado déficit fiscal y en cuenta corriente no será fácil avanzar en los programas sociales propuestos por el presidente Petro y en la recuperación de la economía.
Desafortunadamente, los gobiernos y el Banco de la República dejaron caer la economía en estado de ahorro deficiente que constituye una seria restricción para el crecimiento y la equidad. La deficiencia de ahorro se ha debido corregir desde hace varios años. La prioridad no puede ser distinta a la de elevarlo con la intervención en el mercado.
La solución dictada por el mercado de elevar la tasa de interés y revaluar la moneda conduce al colapso. La mejor solución es un modelo de desequilibrio dictado por los hechos factuales que señalan que la economía tiende a un estado de bajo ahorro y caída de la producción que se refuerzan.
En fin, se tiene una economía en desequilibrio causada por el ahorro faltante. El ahorro es inferior a la inversión. La producción es inferior a la demanda y la diferencia es igual a la deficiencia de ahorro. El mercado no está en capacidad de subsanarla. La tasa de ahorro declina y el tipo de cambio se revalúa. La solución es un modelo de desequilibrio que baje la tasa de interés y devalúe la moneda en forma directa. La tasa de ahorro aumentaría, la actividad productiva se incrementaría y la distribución del ingreso mejoraría.
