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A raíz de la conmemoración de los 100 años de funcionamiento del Banco de la República, es conveniente reconocer que estamos en una economía en desequilibrio de mercado que no puede superarse con decisiones de equilibrio de mercado, como subir la tasa de interés y revaluar el tipo de cambio. La tasa de ahorro declina y se lleva por delante la producción y el empleo, y en el mediano plazo reducirá la tendencia de crecimiento económico y deteriorará la distribución del ingreso. Sin embargo, las soluciones se pretenden con formulaciones de mercado, como subir la tasa de interés y revaluar el tipo de cambio, que reducen la tasa de ahorro, esta contrae la producción y se refuerzan. La deficiencia se pretende corregir con determinaciones que la agravan. La solución no puede lograrse sin la presencia de un modelo de desequilibrio.
En el desespero la solución se busca con fórmulas de mercado, como elevar la tasa de interés y sostener la modalidad de cambio flexible. Los resultados están a la vista. El tipo de cambio se revalúa y el déficit en cuenta corriente se desborda.
La economía colombiana es la más desajustada de la región. Está montada en un modelo de mercado que conduce a un estado de difícil retorno.
Lo anterior se refleja claramente en las cifras comunes. La economía ha entrado en un estado de deterioro en todos los niveles. No hay más alternativa que bajar la tasa de interés y devaluar la moneda en forma directa. De otra manera, la tasa de ahorro declina, la moneda se revalúa y en conjunto provocan la caída del sistema en todos los frentes. En fin, la caída de la tasa de ahorro que viene de atrás se enfrenta con un modelo que la deteriora.
La falla está en que la salida se busca con un modelo que la agrava. No es posible conciliar un estado de desequilibrio con un modelo de equilibrio. Estamos ante un sistema en desequilibrio que solo puede resolverse con un modelo en desequilibrio, como es bajar la tasa de interés y revaluar la moneda. Infortunadamente, la solución se pretende con un modelo de equilibrio de mercado. El sistema queda a la deriva, la tasa de interés sube y la tasa de cambio se revalúa. La solución es un modelo que baje la tasa de interés y devalúe la moneda, no hay otra opción. Como esto no se hace, la economía queda a la deriva. En el fondo, la solución de desequilibrio se enfrenta con un modelo de equilibrio de mercado.
Los hechos se han encargado de confirmar que no es posible conciliar un sistema en desequilibrio con un modelo de equilibrio. La economía queda en un estado precario. La tasa de ahorro decae y la producción y el empleo se contraen. El producto nacional crecerá cerca de cero y la tasa de participación descendió en agosto y septiembre. En el mediano plazo el producto nacional continuará en estado de deterioro creciente.
No hay más opción que un modelo de desequilibrio que aumente la demanda de dinero con relación a la oferta y amplíe el ahorro.
No obstante todas las señales y los foros, el Gobierno y el Banco de la República están empeñados en un modelo de equilibrio de mercado que sube la tasa de interés y sostiene la modalidad de cambio flexible. La economía está a la deriva con el peor desempeño de América Latina.
Así sea llover sobre lo mojado, no hay más opción que un modelo de desequilibrio que baje la tasa de interés, configure un estado de producción mayor que la demanda y eleve la tasa de ahorro.
A corto plazo no hay otro camino que la devaluación de la moneda con un modelo de exceso de demanda de dinero sobre la oferta que solo lo puede establecer el Banco de la República en coordinación con el Ministerio de Hacienda.
El expediente ocasionaría un aumento de la tasa de ahorro que modificaría el panorama. La producción y el empleo dejarían de decrecer. En el mediano plazo el producto nacional podría recuperar las tasas de crecimiento del pasado y, lo más importante, mejorar la distribución del ingreso. El mercado busca la solución por medio de un exceso de oferta sobre la demanda de dinero que conduce al colapso.