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La confianza en crisis

Elisabeth Ungar Bleier

24 de abril de 2019 - 03:27 p. m.

La pérdida de confianza entre los ciudadanos y de éstos en las instituciones no es un fenómeno nuevo, ni exclusivo de Colombia. Mediciones como el Latinobarómetro 2018 muestran que Latinoamérica es “la región del mundo más desconfiada de la tierra y por segundo año consecutivo tenemos un mínimo histórico de confianza interpersonal”. A pesar de que Colombia junto con Uruguay y Guatemala son los países que tienen más confianza interpersonal, ésta sólo alcanza el 20 %, cifra para nada alentadora (Informe Latinobarómetro 2018, p. 46).

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A conclusiones similares llegan otras investigaciones. Por ejemplo, el Índice de Medición de Reconciliación del Programa de Alianzas para la Reconciliación, apoyado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), realizado en octubre de 2017, indica que el 86 % de los colombianos desconfía de las instituciones estatales; el 83%, del sector privado; el 84%, de los medios de comunicación; el 73%, de sus vecinos; el 91%, de los partidos políticos; el 92%, de los movimientos sociales; el 90%, de los sindicatos; el 87%, de las gobernaciones y el 88%, de los operadores de la justicia.

De otra parte, la Cuarta Medición del Capital Social de Colombia (John Sudarsky y Diana García, Corporación para el Control Social, octubre de 2018) muestra que “la confianza en el Congreso y en los partidos, ya de por sí muy baja, llega a niveles casi imposibles de empeorar (…) Por otro lado, el capital social cae al nivel mínimo de cuatro mediciones”. Finalmente, el Estudio de Cultura Ciudadana de 2018 de la Cámara de Comercio de Bogotá ratifica que los bogotanos ahora desconfían más que en años anteriores de sus entornos sociales, de sus vecinos y de las instituciones, tanto públicas como privadas.

Son muchas las causas que explican lo que está sucediendo, pero en su mayoría se relacionan con el desencanto de los ciudadanos con la democracia y con la incapacidad de sus instituciones y sus gobernantes para resolver los problemas más apremiantes de amplios sectores sociales y proteger los bienes públicos. Por eso no es de extrañar que el 75% de los colombianos encuestados por el Latinobarómetro digan que “se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”, que sólo el 25% esté satisfecho con la democracia y que Colombia sea el país en el que los ciudadanos consideran que la corrupción es el mayor problema.

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Cuando las personas desconfían de los demás, en especial de sus gobernantes, por lo general se sienten desmotivados a participar en el manejo de los asuntos públicos, se muestran indiferentes frente a la búsqueda de soluciones y con ello contribuyen a que las cosas sigan como están.

Como lo señaló hace apenas unos días monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, “el país ha perdido la confianza en la institucionalidad y vamos perdiendo la confianza en la palabra y en lo acordado, no se cumplen los acuerdos, se desprecian los pactos. Creo que se está generando un pasillo que, lastimosamente, permite más la polarización, genera desconfianza en la población, genera desconfianza en la comunidad internacional y agudiza los problemas de violencia”.

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