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La confianza es un elemento fundamental en las relaciones familiares, de amistad, sociales, laborales, entre los gobernantes y los gobernados, entre representantes y representados, entre los ciudadanos y el Estado y, en general, en todas aquellas que requieren que haya empatía, credulidad, arraigo, y esperanza para garantizar su supervivencia. Pero la confianza en Colombia se ha vuelto cada vez más esquiva.
El barómetro Edelman Trust 2023-2024 sobre la confianza en 28 países arroja resultados preocupantes sobre Colombia. Por ejemplo, apenas un 28 % de los colombianos confía en el gobierno, con una disminución del con relación al año anterior. Pero la desconfianza no se circunscribe al gobierno. También se desconfía de instituciones como las ONG y los medios de comunicación, con un 48 % de los encuestados que no confía en estos últimos. En contraste, el 53% de los encuestados confía en las empresas. A partir de estos y otros datos, los encuestadores concluyeron que “Colombia pasó de ser un país neutral a un país que desconfía”. Si bien este no es un problema exclusivo de Colombia, es una señal de alerta que no debe ser ignorada.
No les falta razón a los ciudadanos en sentir desconfianza en las instituciones, sobre todo las públicas, que como su nombre lo indica deben estar al servicio de los ciudadanos y cuidar de lo que nos pertenece a todos. Si bien esto viene de tiempo atrás, no puede convertirse en una excusa para omitir responsabilidades, y menos, cuando el gobierno del presidente Petro fue elegido prometiendo cambios en la forma de gobernar y de relacionarse con las otras ramas del poder: respetando su independencia y su autonomía, sin gabelas a los partidos para garantizar la aprobación de proyectos, y acatando las decisiones de los jueces y los órganos de control sin criticarlas y culparlas de los errores cometidos por otros. Esto no siempre ha sido así.
Como congresista, el hoy presidente Gustavo Petro se destacó por denunciar graves hechos de corrupción y enarboló la lucha contra esta como una prioridad de su gobierno. Sin embargo, en lo que va corrido de su mandato, han salido a la luz pública varios escándalos de corrupción en los que están presuntamente involucrados funcionarios nombrados por él, o personas de su círculo más cercano. Si bien en algunos casos él ha solicitado a la Fiscalía que adelante las acciones pertinentes, en otros ha guardado silencio e incluso ha nombrado a los presuntos protagonistas en cargos diplomáticos. También ha acusado a la oposición de estar detrás de las denuncias para desprestigiar al gobierno. Esto tampoco contribuye a mejorar la confianza en el jefe de Estado.
Como si fuera poco, dos episodios recientes envían la maltrecha confianza a cuidados intensivos. El primero tiene que ver con las denuncias de perfilamientos e interceptaciones ilegales a los teléfonos de magistrados. El presidente Petro, sin esperar los resultados de las investigaciones de los entes encargados de realizarlas, defendió a su gobierno y expuso esta tesis: “El Magistrado [Enrique Ibáñez] es víctima de la extrema derecha (...) y grupos nazis”. Grupos que, según él, buscan romper las relaciones al interior del gobierno y con las otras ramas del Estado. Esto no solo pone en riesgo a quienes han sido víctimas de estos presuntos hechos, sino a los denunciantes. ¿Cómo es posible construir confianza si la máxima autoridad del Estado pone en duda estos hechos sin que hayan sido investigados?
Para terminar, la cereza del pastel la puso el Consejero y Comisionado de Paz Otty Patiño, quien lamentó y calificó de fatídico que se hubiera dado de baja a un cabecilla de la Segunda Marquetalia, aduciendo que se había maltratado la confianza que se viene construyendo con ese grupo, con el que no se ha acordado un cese al fuego y que ha cometido crímenes tipificados en el DIH. Todas las muertes violentas son lamentables. Pero no olvidemos que este grupo es una disidencia de las extintas FARC, y que su jefe fue firmante del Acuerdo de Paz en el 2016. ¿Qué pensarán hoy los desmovilizados y las víctimas de este grupo? ¿Tendrán confianza?