La marquesa Luisa Casati miró el gran reloj, un mueble pesado que llenaba buen espacio del atelier del pintor Giovanni Boldini. Rica, esbelta, de un metro ochenta de altura, arrogante y exuberante, con unas bella cuyas líneas que el tiempo no pudo cambiar. Estamos en 1908.
Con una aprobación de un sí, moviendo la cabeza, el cuadro tuvo su beneplácito y el pintor, que recibiría una buena suma, comenzó la tarea de darle los últimos retoques.
Las campanas indicaban que era el momento para dirigirse al encuentro con su amante preferido, que la invitaría a una tarde de champaña y delicadezas del mar, para luego aprovechar la tarde de un verano sensual romano, en los brazos fuertes de quien se encargaría de hacerla soñar con un paraíso que tendría como testigo los rayos de sol que se colarían por los visillos para poder presenciar la escena.
Quise comenzar este escrito con el retrato de la marquesa, que forma parte de una exposición en uno de los templos de la pintura europea, el Museo del Reino en Ámsterdam. Una gran construcción llena de delicadezas y detalles, con una arquitectura que vence el pasar del tiempo.
Quien, durante varios años, muchos digamos, fue el hombre más poderoso de la tierra se hizo retratar por Jakob Seisenegger, el pintor austriaco que trabajaba en su corte. El personaje reflejaba su seguridad, su esbeltez y su clase de emperador cuando posó para este cuadro. Estoy hablando de Carlos V, padre de Felipe II. La presencia omnipresente del ego reflejado en la pintura recibió la aprobación de su majestad, lo que quiere decir que el maestro logró plasmar lo que el todopoderoso monarca pensaba de sí mismo en 1532.
Lo que se aprende con los retratos es que, una vez que el personaje brota del pincel del maestro, el fondo dice el resto. Tomemos el caso del doctor Samuel-Jean Pozzi (1846-1918), considerado como el padre de la ginecología moderna en Francia, pintado por John Singer Sargent en 1881. El apuesto Pozzi, además de las habilidades que tenía como médico, era un irremediable donjuán. En el cuadro se le puede ver con una bata muy elegante, tipo entrega inmediata, que obvio da la impresión de estar esperando a alguien. Quiso un retrato muy íntimo o de otra manera hubiera elegido otro entorno y atuendo para que lo reflejaran como el científico consagrado que era. Tuvo un final dramático pues un paciente, a quien le amputó una pierna durante la Primera Guerra Mundial, le pegó cuatro tiros porque, según decía, había quedado impotente.
Jane Fleming, condesa de Harrington, fue considerada en su momento la mujer más bonita de Inglaterra. La familia, que no contaba los centavos, invertía en retratos familiares, como es el caso del de esta joven.
Pero las veleidades para gastar eran de una naturaleza diferente y curiosa. Veremos en el YouTube el retrato de un personaje usando unos zapatos supuestamente de gran elegancia. Dicho modelo de calzado se repite en varios retratos del siglo XVIII.
A don Pedro de Barberana y Aparrigue se le podría definir como un poderoso burócrata y el retrato que le hizo Diego Velázquez hace honor a esta definición. Los detalles y trazos llenos de maestría de este enorme pintor español se notan claramente.
El noble Richard Sackville recibió una inmensa fortuna, pero fue un gastador empedernido. Podemos ver que entre su guardarropa tenía unos zapatos muy curiosos para nosotros, 400 años después, con un adorno de una rosa hecha en tela, según vemos en su retrato.
En el YouTube se pueden ver algunos de los personajes que menciono aquí y otros más.
Es un privilegio poder asistir a estas exhibiciones únicas, pues reúnen obras de diferentes fuentes, imposibles de juntar salvo que instituciones de gran influencia en el mundo del arte las organicen, como es el caso del Rijskmuseum (el Museo del Reino en Ámsterdam) donde asistimos a este magnífico evento.
YouTube:
Que tenga un domingo amable.
La marquesa Luisa Casati miró el gran reloj, un mueble pesado que llenaba buen espacio del atelier del pintor Giovanni Boldini. Rica, esbelta, de un metro ochenta de altura, arrogante y exuberante, con unas bella cuyas líneas que el tiempo no pudo cambiar. Estamos en 1908.
Con una aprobación de un sí, moviendo la cabeza, el cuadro tuvo su beneplácito y el pintor, que recibiría una buena suma, comenzó la tarea de darle los últimos retoques.
Las campanas indicaban que era el momento para dirigirse al encuentro con su amante preferido, que la invitaría a una tarde de champaña y delicadezas del mar, para luego aprovechar la tarde de un verano sensual romano, en los brazos fuertes de quien se encargaría de hacerla soñar con un paraíso que tendría como testigo los rayos de sol que se colarían por los visillos para poder presenciar la escena.
Quise comenzar este escrito con el retrato de la marquesa, que forma parte de una exposición en uno de los templos de la pintura europea, el Museo del Reino en Ámsterdam. Una gran construcción llena de delicadezas y detalles, con una arquitectura que vence el pasar del tiempo.
Quien, durante varios años, muchos digamos, fue el hombre más poderoso de la tierra se hizo retratar por Jakob Seisenegger, el pintor austriaco que trabajaba en su corte. El personaje reflejaba su seguridad, su esbeltez y su clase de emperador cuando posó para este cuadro. Estoy hablando de Carlos V, padre de Felipe II. La presencia omnipresente del ego reflejado en la pintura recibió la aprobación de su majestad, lo que quiere decir que el maestro logró plasmar lo que el todopoderoso monarca pensaba de sí mismo en 1532.
Lo que se aprende con los retratos es que, una vez que el personaje brota del pincel del maestro, el fondo dice el resto. Tomemos el caso del doctor Samuel-Jean Pozzi (1846-1918), considerado como el padre de la ginecología moderna en Francia, pintado por John Singer Sargent en 1881. El apuesto Pozzi, además de las habilidades que tenía como médico, era un irremediable donjuán. En el cuadro se le puede ver con una bata muy elegante, tipo entrega inmediata, que obvio da la impresión de estar esperando a alguien. Quiso un retrato muy íntimo o de otra manera hubiera elegido otro entorno y atuendo para que lo reflejaran como el científico consagrado que era. Tuvo un final dramático pues un paciente, a quien le amputó una pierna durante la Primera Guerra Mundial, le pegó cuatro tiros porque, según decía, había quedado impotente.
Jane Fleming, condesa de Harrington, fue considerada en su momento la mujer más bonita de Inglaterra. La familia, que no contaba los centavos, invertía en retratos familiares, como es el caso del de esta joven.
Pero las veleidades para gastar eran de una naturaleza diferente y curiosa. Veremos en el YouTube el retrato de un personaje usando unos zapatos supuestamente de gran elegancia. Dicho modelo de calzado se repite en varios retratos del siglo XVIII.
A don Pedro de Barberana y Aparrigue se le podría definir como un poderoso burócrata y el retrato que le hizo Diego Velázquez hace honor a esta definición. Los detalles y trazos llenos de maestría de este enorme pintor español se notan claramente.
El noble Richard Sackville recibió una inmensa fortuna, pero fue un gastador empedernido. Podemos ver que entre su guardarropa tenía unos zapatos muy curiosos para nosotros, 400 años después, con un adorno de una rosa hecha en tela, según vemos en su retrato.
En el YouTube se pueden ver algunos de los personajes que menciono aquí y otros más.
Es un privilegio poder asistir a estas exhibiciones únicas, pues reúnen obras de diferentes fuentes, imposibles de juntar salvo que instituciones de gran influencia en el mundo del arte las organicen, como es el caso del Rijskmuseum (el Museo del Reino en Ámsterdam) donde asistimos a este magnífico evento.
YouTube:
Que tenga un domingo amable.