Se podría decir que escribir sobre Florencia es un lugar común, es una ciudad de la que todo el mundo ya sabe o ha leído algo. Pero no. Los ojos, la visión de cada cual hacen que nuestras percepciones sean totalmente diferentes. Me instalé con mi novia en un sitio en la Plaza de la Señoría. Tenía al frente ese David desnudo de Miguel Ángel, réplica,–ver You Tube- y de ahí para adelante fue el universo de la imaginación el que hizo el resto.
Bueno, es cierto que Florencia da para una vida o para unos pocos días. Enriquece y no deja de importunar a nuestra curiosidad; es decir, cansa a los curiosos, pues no nos deja descansar. El David, bien desnudo, señoras aprovechen el You Tube, le da a la plaza una connotación erótica y si se mira en su entorno se pueden ver esculturas que representan el Rapto de las Sabinas, que acongojadas experimentan la angustia del secuestro. Para refrescarles la historia, uno de los fundadores de Roma, Rómulo, organizó unas festividades o juegos, qué importa, y entre los invitados llegaron los de un pueblo, Sabinia, mujeres, hombres y el rey. El caso es que a falta de mujeres en Roma, sus locales decidieron pedírselas “prestadas” por la fuerza a los sabinos. Las esculturas muestran la angustia de las mujeres que van a mancillar –qué palabra, por dios- sus cuerpos. Y si con todas estas visiones frente a mí, sentado brindo por la vida, con algún prosecco de buena raza, y por lo más importante que tengo: mi mano derecha, no hay motivo para negar que lo eterno existe. El momento del brindis estoy seguro perdurará y traspasará la niebla de los tiempos.
Como tengo la obsesión de evitar lugares comunes que la masa del turismo también quiere evitar como yo, nos dirigimos, con la masa y todo, a un lugar común: la casa reconstruida de Dante Alighieri (1 de junio 1265, Florencia – 14 de septiembre 1321, Ravena) con la mente en su Divina Comedia. Me atrevería a asegurar que fue uno de los que inventó el infierno, digo yo, con sus nueve círculos. Me mezclo entre la leyenda y la fascinación de un escritor perseguido y amado.
Según cuenta la historia esa parte del territorio, la Toscana, estaba dividida entre güelfos, partidarios del Papa (Dante entraba en esta corriente), y Gibelinos, a favor del emperador del Sacro Imperio. El Dante que nos ocupa tuvo como gran amor a Beatriz Portinari, algo imposible, sentimiento platónico de toda la vida, pues desde los 12 años estaba comprometido, vía sus padres, en matrimonio arreglado con Gemma di Manetto Donati. Hago un pequeño paréntesis: soy italiano por parte de madre, mi bisabuelo Pietro Cerruti, de Turín, me dejó el sentimentalismo llorón –espero no ofender a nadie-, es decir sentimos más que otros, y el deseo de la aventura continua sin perder el orgullo y la dignidad. Voy a escribir esto en algún currículum vítae.
El caso es que la experiencia de visitar el lugar donde estuvo la casa de Dante, así no haya un ladrillo original, te transporta a esa época del escritor. Las callecitas para llegar, la iglesia al lado donde iba a rezar con la familia y en consecuencia fue necesario, obvio, darle una mirada a la Divina Comedia.
Pero Florencia agota. Cada cosa que ves te absorbe tal cantidad de energía que te deja exhausto. Por ejemplo, la Galería de los Uffizi, que Cosme I de Médicis mandó construir en 1560 y que hoy alberga una de las colecciones de arte más importantes del universo, una inmensidad artística que el mejor consejo que daría sería escoger de antemano dos o tres obras antes de entrar, mirarlas y salir corriendo.
No es mi intención en esta nota y video abarcar el mundo, la historia de un momento concentrado de lo que puede pasar en el planeta Tierra cuando demasiada evolución tiene lugar en segundos cósmicos, en un lugar específico. Oye estoy con una filosofía sin descanso. Debe ser el desayuno con mucha proteína.
Ver You Tube David. Aclaro que la mayoría del material fotográfico y videos son el resultado de los viajes con mi compañera. Muy de vez en cuando acudimos a material externo y eso lo informamos.
Que tenga un domingo amable.
Se podría decir que escribir sobre Florencia es un lugar común, es una ciudad de la que todo el mundo ya sabe o ha leído algo. Pero no. Los ojos, la visión de cada cual hacen que nuestras percepciones sean totalmente diferentes. Me instalé con mi novia en un sitio en la Plaza de la Señoría. Tenía al frente ese David desnudo de Miguel Ángel, réplica,–ver You Tube- y de ahí para adelante fue el universo de la imaginación el que hizo el resto.
Bueno, es cierto que Florencia da para una vida o para unos pocos días. Enriquece y no deja de importunar a nuestra curiosidad; es decir, cansa a los curiosos, pues no nos deja descansar. El David, bien desnudo, señoras aprovechen el You Tube, le da a la plaza una connotación erótica y si se mira en su entorno se pueden ver esculturas que representan el Rapto de las Sabinas, que acongojadas experimentan la angustia del secuestro. Para refrescarles la historia, uno de los fundadores de Roma, Rómulo, organizó unas festividades o juegos, qué importa, y entre los invitados llegaron los de un pueblo, Sabinia, mujeres, hombres y el rey. El caso es que a falta de mujeres en Roma, sus locales decidieron pedírselas “prestadas” por la fuerza a los sabinos. Las esculturas muestran la angustia de las mujeres que van a mancillar –qué palabra, por dios- sus cuerpos. Y si con todas estas visiones frente a mí, sentado brindo por la vida, con algún prosecco de buena raza, y por lo más importante que tengo: mi mano derecha, no hay motivo para negar que lo eterno existe. El momento del brindis estoy seguro perdurará y traspasará la niebla de los tiempos.
Como tengo la obsesión de evitar lugares comunes que la masa del turismo también quiere evitar como yo, nos dirigimos, con la masa y todo, a un lugar común: la casa reconstruida de Dante Alighieri (1 de junio 1265, Florencia – 14 de septiembre 1321, Ravena) con la mente en su Divina Comedia. Me atrevería a asegurar que fue uno de los que inventó el infierno, digo yo, con sus nueve círculos. Me mezclo entre la leyenda y la fascinación de un escritor perseguido y amado.
Según cuenta la historia esa parte del territorio, la Toscana, estaba dividida entre güelfos, partidarios del Papa (Dante entraba en esta corriente), y Gibelinos, a favor del emperador del Sacro Imperio. El Dante que nos ocupa tuvo como gran amor a Beatriz Portinari, algo imposible, sentimiento platónico de toda la vida, pues desde los 12 años estaba comprometido, vía sus padres, en matrimonio arreglado con Gemma di Manetto Donati. Hago un pequeño paréntesis: soy italiano por parte de madre, mi bisabuelo Pietro Cerruti, de Turín, me dejó el sentimentalismo llorón –espero no ofender a nadie-, es decir sentimos más que otros, y el deseo de la aventura continua sin perder el orgullo y la dignidad. Voy a escribir esto en algún currículum vítae.
El caso es que la experiencia de visitar el lugar donde estuvo la casa de Dante, así no haya un ladrillo original, te transporta a esa época del escritor. Las callecitas para llegar, la iglesia al lado donde iba a rezar con la familia y en consecuencia fue necesario, obvio, darle una mirada a la Divina Comedia.
Pero Florencia agota. Cada cosa que ves te absorbe tal cantidad de energía que te deja exhausto. Por ejemplo, la Galería de los Uffizi, que Cosme I de Médicis mandó construir en 1560 y que hoy alberga una de las colecciones de arte más importantes del universo, una inmensidad artística que el mejor consejo que daría sería escoger de antemano dos o tres obras antes de entrar, mirarlas y salir corriendo.
No es mi intención en esta nota y video abarcar el mundo, la historia de un momento concentrado de lo que puede pasar en el planeta Tierra cuando demasiada evolución tiene lugar en segundos cósmicos, en un lugar específico. Oye estoy con una filosofía sin descanso. Debe ser el desayuno con mucha proteína.
Ver You Tube David. Aclaro que la mayoría del material fotográfico y videos son el resultado de los viajes con mi compañera. Muy de vez en cuando acudimos a material externo y eso lo informamos.
Que tenga un domingo amable.