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Cheque en blanco

Ernesto Yamhure
17 de marzo de 2011 - 03:00 a. m.

LAS FACULTADES EXTRAORDINA-rias para reformar el Estado son una obsesión para el Gobierno. En aras de lograr su aprobación, no les importó el receso constitucional del Congreso y llamaron a extraordinarias.

La idea de abrir nuevos ministerios y reorganizar algunas entidades surgió después de la elección del nuevo presidente. Durante la campaña esos asuntos no merecieron mayores explicaciones.


No son pocos los congresistas que tenían reparos al proyecto aprobado esta semana por cuanto éste es, sin muchos rodeos, un cheque en blanco. El Gobierno tiene facultades ilimitadas para crear, escindir y cambiar la naturaleza de entidades, tal y como se lee en el texto votado.


El Partido Conservador, que tenía argumentos sólidos para demandar que el deseo gubernamental tuviera límites, se extravió en peleas inconvenientes por cuenta de las gravísimas denuncias sobre corrupción de algunos de sus legisladores.


Era necesario que las facultades fueran alinderadas, enunciando puntualmente cuáles entidades podían ser reformadas. Los conservadores tenían el deber de ponerle un cercado al texto, pero la angustia de unos pocos —que abusaron de sus investiduras para meter las manos en el manejo de bienes mafiosos— liquidó la discusión fundamental.


Una de las primeras decisiones del gobierno anterior fue la de fusionar ministerios. Consideraba el presidente Uribe que no era necesaria la existencia de algunas carteras que en la práctica no servían para nada.


Recordemos también que hubo unas embajadas que fueron cerradas, pues se habían convertido en venas rotas para el pago de favores políticos. Y hablando de aquello, llama la atención el cambio temperamental de la canciller Holguín. Hace seis años renunció furiosa a la misión de Colombia en la ONU porque, según ella, la oficina se había llenado de recomendados del presidente Uribe. Lo que otrora mereció una dimisión suya, hoy es una práctica que ella aplaude cuando no se mide en elogios por los continuos nombramientos de los amigos del presidente Santos en las sedes diplomáticas. ¡Cómo hemos cambiado, doña María Ángela!


Continuando con el asunto de las facultades, el Gobierno tiene 180 días para reformar la Dirección Nacional de Estupefacientes, el Inpec, el DAS, el Incoder, Inco, Ingeominas y al cuestionadísimo campeón mundial en materia de contratación irregular: Fondelibertad.


El ministro Vargas Lleras aseguró que la reforma de estas entidades se constituirá en un golpe fundamental a la mala administración. No está de más hacer la siguiente reflexión: las entidades no son corruptas. Ésta es una práctica de los funcionarios. Resulta contradictorio que el Gobierno justifique este remezón administrativo para depurar a unas entidades señaladas de estar involucradas en actos corruptos y al mismo tiempo envíe el mensaje populista de que las plantas de personal seguirán intactas para evitar eso que han llamado “masacre laboral”.


Una verdadera arremetida contra la corrupción empieza por una revisión minuciosa del proceder de los funcionarios. Pretender extirpar la corrupción dándoles una mano de pintura a las fachadas de las entidades intervenidas o rebautizándolas, es de grosera candidez.


Ese fue el debate que no se dio en el Congreso. El conservatismo tenía intención de hacerlo, pero las preocupaciones de unos senadores enredados en el manejo de edificios, lotes, fincas y dineros de los mafiosos fueron superiores. A esos personajes de bajísima estatura moral les dejo una frasecita de Laureano Gómez: ¡Ay del Partido Conservador si rompiendo sus tradiciones y disciplinas se deja invadir por las estériles agitaciones politiqueras!


Twitter: @eyamhure


 

 

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