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LA NOTICIA DE LA MUERTE DE TIROfijo eclipsó un hecho de singular relevancia. Mientras el mundo se enteraba del fin de la existencia del más grande sanguinario de todos los tiempos, en Florida se hacía una exposición detallada sobre las verdaderas razones que motivan la inamovible exigencia de las Farc del despeje de los dos municipios vallecaucanos como lugar para negociar el acuerdo humanitario.
En materia geográfica, Pradera y Florida constituyen una suerte de estrella a cuyas puntas confluyen diferentes corredores de movilidad de la guerrilla que, gracias a la Seguridad Democrática, se han visto interrumpidos. De concederse un despeje militar de esa zona, las Farc habilitarán canales de comunicación desde el Guaviare, Caquetá, Putumayo, Nariño, Meta, Quindío y Tolima, abriendo una salida estratégica a Buenaventura, con lo que tendrían conquistado el Océano Pacífico.
Pero más allá de esos canales y rutas por las que los terroristas se moverían con cierta tranquilidad, está el delicado tema del significado geográfico de lo que hay detrás de Pradera y Florida: el sur del Tolima, región históricamente azotada por la barbarie guerrillera.
En la campaña del año pasado, las Farc asesinaron a candidatos a las alcaldías de Ataco, Rioblanco y Chaparral. A los tres asesinados los identificaba su apego por la Seguridad Democrática y su rechazo al accionar de los guerrilleros. Poco a poco, los terroristas han intentado tomarse a sangre y fuego al sur del Tolima. A Roncesvalles lo han atacado tres veces, al alcalde de San Antonio lo asesinaron en 2003 y a Puerto Saldaña lo arrasaron en 2000.
En algunos casos, han logrado colar a gente suya en los cargos de algunos municipios, como Planadas, donde el alcalde, John Jairo Hueje y el tesorero municipal, Tito Acosta, fueron detenidos luego de comprobarse que este par de funcionarios destinaron recursos públicos al frente guerrillero “Alfredo González”.
Pero la historia va mucho más allá. Durante los tenebrosos años del despeje del Caguán, zona que queda a más de 100 kilómetros en línea recta del sur del Tolima, los entonces omnipotentes guerrilleros, facultados por el desentendimiento del gobierno del momento, asolaron a la región cometiendo toda suerte de crímenes y asesinatos selectivos.
Pradera y Florida no sólo quedan a pocos kilómetros de Cali. No, esos municipios no son valiosos para las Farc por su cercanía con la capital vallecaucana, sino por lo que colinda con ellos hacia el otro lado. Allí, El Davis —municipio de Rioblanco— donde Tirofijo hizo sus primeros pinitos como terrorista, es el lugar que las Farc han escogido para su reorganización militar y para tal efecto necesitan a Pradera y Florida sin una fuerza pública que le impida la movilidad a los pocos hombres que les quedan.
Teniendo claro el valor estratégico de los municipios que la guerrilla demanda sean despejados y de la campaña macabra que han adelantado en los últimos años para tomarse al sur del Tolima, comienza a clarificarse la designación de Alfonso Cano como jefe del Secretariado; el nuevo decano del crimen organizado tiene su centro de operaciones en esa zona, particularmente en el páramo de Las Hermosas, del que parece querer bajarse a Pradera y Florida para calentar sus ideas, cuando lo mejor es que continúe allá arriba a ver si terminan de enfriársele.
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La senadora Cecilia López, que ahora posa como la defensora de los desplazados, debería explicar las razones que motivaron el nombramiento en 1996 de su viceministro de Desarrollo Rural Campesino. Estamos hablando de Jorge Luis Feris Chadid, hermano del ex paramilitar alias 08 o el anfitrión de Ralito, ya detenido. Mientras tanto, el ex viceministro sigue huyendo de la justicia, que lo requiere por concierto para delinquir.
(*) Politólogo. ernestoyamhure@hotmail.com
