LO ADVERTIMOS EN LA CAMPAÑA DE 2007. Dijimos una y otra vez que Samuel Moreno no tenía el talante para ser alcalde de Bogotá y cuestionamos su dudosa amistad con un barranquillero que fue procesado por narcotráfico en México.
La mayoría de bogotanos se tragaron los embustes del candidato izquierdista. Cayeron ingenuamente en la trampa demagógica del metro y, como corderitos, corrieron a votar por Samuel.
Llama la atención que Moreno haya ganado con la más alta votación en la capital —915.000 votos—, a pesar de que días antes de los comicios respondió que no dudaría en comprar votos.
Desde entonces quedó registrada la laxitud moral de quien ha mal gobernado a Bogotá. Por eso, no es difícil entender que en la ciudad se haya montado un cartel de contrataciones que ha convertido al presupuesto distrital en un banquete.
Durante los tres años de alcaldía, hemos visto una ausencia absoluta de poder. Es imposible conseguir un gabinete más malo, integrado por unos funcionarios grises a quienes une el hecho de ser personas perfectamente desconocidas.
Como el pastel debía estar bien adornado, al frente de los organismos de control se puso a un par de sujetos cuestionados: Rojas Birry en la Personería y Moralesrussi como contralor.
Vino el escándalo de los Nule, un trío de pícaros muy bien relacionados, con amplia chequera para comprar conciencias y asesorías.
Entre cielo y tierra no hay nada oculto. Los fugitivos Nule, como buenos bandidos, grabaron, documentaron y filmaron las porquerías que hicieron. Todas esas pruebas ya están en manos de la Procuraduría y de la Fiscalía.
Cada vez se cierra más el círculo. La contralora Morelli tomó la decisión de ordenar el embargo de los bienes de Moreno, el ex alcalde Garzón y otros funcionarios de la ciudad.
El objetivo: salvar la plata que se ha perdido por cuenta de la ligereza con la que se han manejado los proyectos.
El año entrante será definitivo en materia de revelaciones. El episodio de los Nule y demás contratistas de Bogotá será monumental.
Este escándalo va a tener la fuerza del proceso 8.000 de Samper. Tomará una velocidad incontrolable y se llevará por delante a un buen número de personas. Por eso, el alcalde Moreno Rojas debe evitarle mayores desgracias a la ciudad y renunciar de una vez por todas. Ya está embargado y muy posiblemente resultará suspendido y posteriormente destituido. Ese es un proceso desgastante con consecuencias nefastas para los bogotanos.
Pero no dará el paso al costado. Samuel es de los políticos que creen que renunciar es morir un poco. Como buen populista en crisis, dedicará el año que le queda para hacer toda suerte de barbaridades, tratando de comprar algo de aceptación.
Año horrible le espera a nuestra ciudad. Esperemos que en medio de la investigación que comienza no se produzca un incendio que acabe con las pruebas de las maturrangas.
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Este invierno es la peor tragedia que ha vivido el país. Cientos de miles están sin casa, como Juan Manuel Santos y su familia, a quienes después de cuatro meses en el poder no les han terminado de remodelar la residencia presidencial. No hay derecho a tanta demora por parte de los decoradores.
Me solidarizo con los damnificados. A la desventura que están viviendo se suma la insólita idea de la ministra de Vivienda, Beatriz Uribe, de construirles casas flotantes. ¿Y qué decir de la generosísima iniciativa del Ministro de Minas de no cobrar los servicios públicos a quienes no tienen casa, precisamente porque la perdieron por culpa de la lluvia?