Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Títere. Mascota. Inepto. Frívolo. Mediocre. Sin fuerza ni criterio. Subpresidente. Con sevicia y alevosía al Excelentísimo Señor Presidente de la República le han dicho de todo y muchísimo más. Pobre tipo. En mi opinión, Iván Duque es un eunuco de Uribe, un capón, un castrato, como los niños contratenores de los inicios de la ópera, castrados por sus padres con la esperanza de salir de la pobreza.
Eunuco y castrato en sentido metafórico, no vayan a creer las almas ingenuas de este país que al joven Duque lo despojaron de sus peloticas. A él solo le castraron su masculinidad política, si es que alguna vez la tuvo. Mezcla con primor la ternura de un mocoso con el semblante de un cucho de +39. Dice y hace lo que su amo le manda que diga y haga. Juega al baloncito. Manosea guitarras ajenas. Canta desafinado delante de asombrados jefes de Estado. He speaks in English and says bullshit. Le lleva saludes de su patrón al rey de España. Va al Vaticano, besa el anillo del papa peronista y le presenta a su camarilla de corronchos, incluidos Eastman y Julito. Mangonea a un gabinete de zombis. Interrumpe el debate parlamentario sobre Odebrecht, el Grupo Aval, Sarmiento Angulo y Néstor Humberto Martínez para televisarse dizque como presidente de la equidad, creando confusión y fastidio entre los hinchas de la Equidad Club Deportivo. Recibe con los brazos abiertos a un reguetonero suertudo y pueblerino, pero le echa el Esmad a los estudiantes que piden presupuesto para educación. Obvio, no atiende a Residente, de Calle 13, un cantante que rima lo que sabe y sabe lo que rima. Tampoco acoge a Roger Waters, exvocalista de Pink Floyd, demasiado frentero. Cambia una cúpula militar de estrategas de paz por una de troperos. Sube el IVA, baja el IVA, ¡viva el IVA! Todo un castrato.
Me pregunto si Uribe estará contento con este duquecillo de farándula. ¿Qué quiere en realidad el capataz de la cizaña y la mezquindad? Difícil adivinarlo. Rezandero y solapado, Uribe (casi) siempre oculta, disimula o finge sus intenciones. Eso sí, quiere hacer trizas el acuerdo de paz. Hace años lo dije aquí mismo: sin Farc no hay Uribe. El Presidente Eterno necesita una guerrilla desclasada, bandolera e ignorante para que sus fanáticos lo vean como lo que no ha sido, no es, ni será: el Mesías.
Lo demás sigue siendo un misterio para mí. ¿Está jugando a la quema del castrato Duque para adueñarse del mando absoluto? ¿Es una defensa soterrada ante lo que se le viene en la Corte Suprema de Justicia? ¿Está preparando un retiro a lo Michael Corleone: que otros sigan haciendo cagadas y cagaditas mientras él carga con la fama, el poder y la gloria, que otros se queden con la hiel mientras él se chupa la miel? ¿Quiere imponer a la berraca sus tres huevitos podridos, la seguridad seudodemocrática, la desconfianza inversionista y la cohesión antisocial? ¿Busca una asamblea constituyente para destripar la Constitución de 1991 y establecer su soñado Estado de Opinión? ¿No sabe lo que quiere?
Algunos dicen que Uribe se ha vuelto senil. Qué pena, pero este señor está senil desde cuando fue gobernador de Antioquía y, en vez de propiciar o promover el monopolio del uso de la fuerza por el Estado, se encaprichó con las Convivir y sus hijuelas: los falsos positivos, la judicialización de la política y la politización de la justicia, la ley por mano propia, el todo vale o le rompo la cara, marica. De tal pater familias, tal castrato.
