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Escribí dos columnas para el especial #CambiéDeOpinión y hablé sobre ideas que defendí y que ahora percibo de manera diferente. Fue una experiencia agridulce.
La primera columna se tituló “Cambié de opinión y ya Uribe no me da tanto asco”. Acorralado por litigios sin término, casi abandonado por sus mascoticas, avejentado por el exceso de adrenalina, “ya Uribe no me parece un güevón sino un pícaro sin suerte. Ya no me da asco ni rabia como hace seis años y pico. ¡Ahora me da lástima! Pobre diablo sumido hasta las entrañas en el pantanero de su mediocridad, hediondez y falsedad...”. En el foro me aplaudieron a rabiar. Bien dicho, eso es, dele duro, bacán, etc. Tres o cuatro me reprocharon por no girar 180 °. Comprobé, por enésima vez, que en este país del Sagrado Corazón de Jesús domina y seguirá dominando el maniqueísmo* católico, apostólico y romano hasta que san Juan agache el dedo.
En la segunda columna se me ocurrió pedirle perdón a la periodista Vicky Dávila por la cantidad de groserías que en el pasado pensé o dije de ella. ¡Qué optimismo el mío! Ni la incumbente*, Victoria Eugenia Dávila Hoyos, se dio por aludida en un juego en el que lo único que debía hacer era decir: “Sí, acepto tus disculpas, Estebitan”. Nadita de nada. Ni me desbloqueó en X ni me dedicó una ranchera. Su solipsismo* le impidió hacer borrón y cuenta nueva. ¿En Colombia alguien quiere perdón u olvido? Parece que no: guerra y odio...
Me desquito entonces ahora y recuerdo cosas sobre las que no he cambiado de opinión. Con Goethe creo a pie juntillas que “el amor de los padres vuelve invulnerables a los hijos”. Con Luciano de Samósata sigo creyendo que “algunos no ven la rosa, pero examinan con atención las espinas del tallo”, aforismo que transformé en el eslogan: “Primero la rosa, después las espinas”, prevención de dos calamidades recurrentes en Medellín: la angurria* y la envidia.
Sigo siendo ateo feliz, a pesar de la proliferación de dioses, desde Alá, el más grande, hasta Ganesha, divinidad hindú de la abundancia, pasando por Monesvol, el Monstruo de Espagueti Volador en el pastafarismo* de Bobby Henderson.
Creo que “trabajar, trabajar, trabajar” es pésima idea. “Hay tiempo para todo”, advierte la Escritura. Opino y creo que la frase “plata es plata”, de Fico, próximo alcahuete de Medellín, es nociva: sin querer queriendo nos devuelve a las épocas siniestras del Cartel de Medellín. Por último, creo que cambiar de opinión es impertinente o audaz: el camino a los infiernos está empedrado de buenas intenciones. ¡Feliz Año Nuevo, pirobos!
Vademécum:
*Maniqueísmo: tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo.
*Incumbente: persona a la que le corresponde una obligación o cargo de hacer algo.
*Solipsismo: forma radical de subjetivismo según la cual solo existe aquello de lo que es consciente el propio yo.
*Angurria: avidez, codicia.
*Pastafarismo: neologismo derivado de “pasta” y “rastafarismo”: religión del Monstruo de Espagueti Volador (Monesval): parodia* gringa.
*Parodia: imitación burlesca.
Rabito: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Eclesiastés, capítulo 3, versículo 1. Reina Valera, 1960.
