Para mi tacto, la palabra “letraherido” es una hermosura. Según la Real Academia Española, significa: “Que siente una pasión extremada por la literatura”. Eso somos los ficcionarios. Idólatras de lo inexistente. Pasamos horas y horas ante el computador o sobre la página en blanco de un cuaderno o de una resma de papel. No siempre escribiendo, ni más faltaba. A veces nos da por asomarnos a la realidad de los demás mortales, “este mundo que está lleno de duras razones”.
A modo de ejemplo, voy a contarles la travesía que cada mañana hago por las páginas web de la prensa internacional. Empiezo por Xinhua, la agencia del gobierno de la República Popular China. Es una caja de sorpresas: fotorreportajes sobre el otoño, buses para turistas en ciudades costeras casi del futuro, donaciones a Mongolia: “Enriquecerse es glorioso”, como propuso Deng Xiaoping. Qué contraste con China Ilustrada o Pekín Informa de los años 70 del siglo pasado.
De Beijing salto a New York con dos periódicos de distinto talante, polarizados como acá, enraizados entre sus lectores: The New York Times y The New York Post. La información de Nytimes.com es colosal, abrumadora, no deja resquicio para la curiosidad, casi todo redactado con sobriedad y pulcritud. Por su parte, Nypost.com, cachorro del zoológico de Rupert Murdoch, muerde de principio a fin: Joe Biden y los demócratas son sus presas. Como la polarización en Estados Unidos no es sólo escrita, voy a Foxnews.com, feroz y rudimentaria, enajenada por la sumisión a Donald Trump, y a Edition.cnn.com, la otra cara de la moneda: rabiosos antitrumpistas. A estas alturas de la excursión digital, busco algo de equilibrio. Usatoday.com es bonito: parece diseñado y escrito para publicistas de Mad Men. Washingtonpost.com es radical en el sentido original de la palabra: va a la raíz de las cosas y las explica con pasión y método.
Brinco a la prensa británica, la más antigua de Occidente. Theguardian.com no parece de izquierdas, según sostiene Antonio Caballero: siempre mira por encima del hombro. Su rival Independent.co es o quiere ser un clon del guardián: misma tipografía, misma diagramación, misma displicencia. La criatura de Murdoch en Reino Unido se llama Thesun.co.uk y finge autonomía con descaro, espuelas envenenadas, dardos malhadados. Por fin llego a mi predilecto en la “pérfida Albión”, Dailymail.co.uk, un tabloide de semen, sudor y lágrimas. Sus titulares de 42 o 50 palabras son espeluznantes, un canto a la frivolidad y a la insolencia, pero me hacen gozar, todos somos más o menos sadomasoquistas.
Después de semejante chapuzón, me siento agobiado. Ojeo entonces Folha.uol.com.br y Oglobo.globo.com, de Brasil, interesantes cuando atacan a Bolsonaro. Para lo último, ya urgido por el comején de la escritura, voy a Granma.cu, el solipsismo más berraco del mundo, sólo equiparable al parroquialismo de Elcolombiano.com, de Medellín, ¡Antioquia!
Suspiro o parpadeo, y a escribir ficciones se dijo.
Rabito: “—Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar —interrumpió Simei.
—Pero los periódicos ¿siguen las tendencias de la gente o las crean?
—Ambas cosas, señorita Fresia. La gente al principio no sabe qué tendencia tiene, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene. Venga, no hagamos demasiada filosofía y trabajemos como profesionales”. Umberto Eco. Número cero. 2015.
Rabillo: Todo es político, incluso el Botox de tus labios de arpía, Aliciarango.
Para mi tacto, la palabra “letraherido” es una hermosura. Según la Real Academia Española, significa: “Que siente una pasión extremada por la literatura”. Eso somos los ficcionarios. Idólatras de lo inexistente. Pasamos horas y horas ante el computador o sobre la página en blanco de un cuaderno o de una resma de papel. No siempre escribiendo, ni más faltaba. A veces nos da por asomarnos a la realidad de los demás mortales, “este mundo que está lleno de duras razones”.
A modo de ejemplo, voy a contarles la travesía que cada mañana hago por las páginas web de la prensa internacional. Empiezo por Xinhua, la agencia del gobierno de la República Popular China. Es una caja de sorpresas: fotorreportajes sobre el otoño, buses para turistas en ciudades costeras casi del futuro, donaciones a Mongolia: “Enriquecerse es glorioso”, como propuso Deng Xiaoping. Qué contraste con China Ilustrada o Pekín Informa de los años 70 del siglo pasado.
De Beijing salto a New York con dos periódicos de distinto talante, polarizados como acá, enraizados entre sus lectores: The New York Times y The New York Post. La información de Nytimes.com es colosal, abrumadora, no deja resquicio para la curiosidad, casi todo redactado con sobriedad y pulcritud. Por su parte, Nypost.com, cachorro del zoológico de Rupert Murdoch, muerde de principio a fin: Joe Biden y los demócratas son sus presas. Como la polarización en Estados Unidos no es sólo escrita, voy a Foxnews.com, feroz y rudimentaria, enajenada por la sumisión a Donald Trump, y a Edition.cnn.com, la otra cara de la moneda: rabiosos antitrumpistas. A estas alturas de la excursión digital, busco algo de equilibrio. Usatoday.com es bonito: parece diseñado y escrito para publicistas de Mad Men. Washingtonpost.com es radical en el sentido original de la palabra: va a la raíz de las cosas y las explica con pasión y método.
Brinco a la prensa británica, la más antigua de Occidente. Theguardian.com no parece de izquierdas, según sostiene Antonio Caballero: siempre mira por encima del hombro. Su rival Independent.co es o quiere ser un clon del guardián: misma tipografía, misma diagramación, misma displicencia. La criatura de Murdoch en Reino Unido se llama Thesun.co.uk y finge autonomía con descaro, espuelas envenenadas, dardos malhadados. Por fin llego a mi predilecto en la “pérfida Albión”, Dailymail.co.uk, un tabloide de semen, sudor y lágrimas. Sus titulares de 42 o 50 palabras son espeluznantes, un canto a la frivolidad y a la insolencia, pero me hacen gozar, todos somos más o menos sadomasoquistas.
Después de semejante chapuzón, me siento agobiado. Ojeo entonces Folha.uol.com.br y Oglobo.globo.com, de Brasil, interesantes cuando atacan a Bolsonaro. Para lo último, ya urgido por el comején de la escritura, voy a Granma.cu, el solipsismo más berraco del mundo, sólo equiparable al parroquialismo de Elcolombiano.com, de Medellín, ¡Antioquia!
Suspiro o parpadeo, y a escribir ficciones se dijo.
Rabito: “—Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar —interrumpió Simei.
—Pero los periódicos ¿siguen las tendencias de la gente o las crean?
—Ambas cosas, señorita Fresia. La gente al principio no sabe qué tendencia tiene, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene. Venga, no hagamos demasiada filosofía y trabajemos como profesionales”. Umberto Eco. Número cero. 2015.
Rabillo: Todo es político, incluso el Botox de tus labios de arpía, Aliciarango.