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Rabo de paja

Mi presidente eterno

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Esteban Carlos Mejía
13 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
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Nació pobre, aunque su padre, de desigual fortuna, administraba haciendas en la sabana de Bogotá y en el camino a los Llanos Orientales. Vivió pobre: se ganaba el pan con los sueldos y salarios de periodista, ministro o diplomático. Murió pobre, según lo tenía previsto. Sus hijos nunca hicieron negocios directos o indirectos con el Estado o el Gobierno: ni venta de artesanías, ni zonas francas, ni recolección de desperdicios ni centros comerciales en provincia. Pobres, pero ilustres, al igual que el viejo, chapado en la efímera y humilde gloria de sus antepasados, maestros o soldados en las guerras civiles del siglo XIX.

Muy jovencito, al principio de su carrera, se sentía socialista, o sea, hermano de la hermandad humana. Después se volvió liberal. ¡Liberal de racamandaca! A los 20 añitos de edad era editorialista del periódico más importante del país y cuatro años más tarde llegó a su jefatura de redacción. Después, recién casado con la hija de un general chileno, fue jefe nacional de propaganda del Partido Liberal, en franca lid contra el oscurantismo, el rezanderismo y la pestilencia moral de un monstruo, cuyo nombre no quiero mencionar, reencarnación inversa del canalla de hoy.

Participó en una Revolución en Marcha, luchó por una república laica, pactó un Frente Nacional y concibió una Unión Panamericana, siempre visionario, siempre audaz, adelantado a las tinieblas del tiempo que le tocó vivir en este mundo “lleno de duras razones”.

Fue un orador insuperable. Voz resonante, dicción pluscuamperfecta, consumada presencia escénica en una época en la que la televisión apenas estaba en embrión. Disertaba sobre temas recurrentes: la educación, la paz, las alianzas para el progreso, la reconciliación, el acatamiento de los militares a la autoridad civil. Pensaba antes de hablar, cada palabra, cada frase de lidia, cada página de pasión y método. Escribía como los dioses terrenales de sociedades hiperbóreas. Fue un novelista perdido en las hieles de la política, dioses o demonios lo perdonen.

En las calles los haters le gritaban ¡tísico!, ¡oligarca!, ¡yanqui!, ¡monarca! Era adusto, riguroso, sensible en la defensa del pensamiento liberal. Nunca insultó a sus opositores. Nadie lo oyó jamás vilipendiar a sus críticos ni amenazarlos con romperles la cara, maricas. No sin paciencia, estoicismo e inteligencia, aguantó ofensas necrológicas, desplantes melodramáticos, intentonas de golpes de Estado, trapisondas o ruindades.

No montaba a caballo sino en bicicleta. No sembraba odios: cultivaba rosas en su jardín. No tenía hatos de cebúes sino un par de vacas criollas en una finquita en Fagua, Chía, Cundinamarca. Honesto y modesto, como debemos ser.

Masón, liberal, escritorazo. Mi presidente eterno. Alberto Lleras Camargo (julio 3, 1906 - enero 4, 1990)

Rabito: “Lo más seguro es que sus lecturas fueran de queso gruyer. Es decir: apetitosas pero llenas de agujeros, como las de la inmensa mayoría de los escritores sin formación académica, autodidactas voraces que leen no sólo por el placer sino por descubrir cómo están escritos los libros ajenos para escribir los suyos. Con razón: no se ha inventado otra manera de aprender a escribir”. Gabriel García Márquez. Un escritor llamado Alberto Lleras. Febrero, 1997.

Rabillo: “Así son los escritores: nunca están trabajando tanto como cuando parecen dormidos en la playa”. G. G. M. Ídem.

@EstebanCarlosM

Conoce más

 

Martha(25230)14 de marzo de 2021 - 03:03 a. m.
También es mi presidente eterno, leo y releo sus memorias inconclusas: MI GENTE, donde el mismo nos narra de manera sencilla, la pobreza de su familia y las dificultades de sus primeros años de vida.En la biblioteca de un pariente se auto educó y con la generosidad de otro pariente logró sobrevivir mientras se convertía en el maravilloso hombre que fue, dejó esta tierra conforme llegó:sin nada.
  • Esteban(36704)14 de marzo de 2021 - 04:34 p. m.
    Martha Cecilia: "Mi gente" es un libro espléndido, ejemplo de la habilidad narrativa de Lleras Camargo. Un canto de honestidad y modestia. Gracias por su comentario. Abrazos digitales. Esteban Carlos Mejía
Amadeo(14786)14 de marzo de 2021 - 12:54 a. m.
Una estupenda columna sobre un colombiano ejemplar, quizás el mas grande estadista que haya tenido Colombia, como es Alberto Lleras Camargo, se ha visto empañada por insultos y alusiones desobligantes en contra de otros personajes. Debió seguir el el ejemplo citado de Lleras quien no insultaba a nadie
  • Esteban(36704)14 de marzo de 2021 - 04:37 p. m.
    Amadeo. Gracias por su comentario. Las comparaciones son "insultos y alusiones desobligantes" cuando el personaje de uno pierde frente a otro más grande de verdad. No me arrepiento de llamar canalla al canalla. "Canalla. 3. m. y f. Persona despreciable y de malos procederes": DLE. Esteban Carlos Mejía
ALVARO(81817)14 de marzo de 2021 - 12:45 a. m.
La estatura moral de Alberto Lleras Camargo superaba con mucho la de ciertos líderes colombianos de hoy, con sus séquitos de idiotas lameculos, quienes a pesar de su manito en el pecho y sus lagrimeos hipócritas cada vez que pronuncian "la patria", tienen una estatura moral que no les llega ni a los tobillos. Excelente columna.
  • Esteban(36704)14 de marzo de 2021 - 04:38 p. m.
    Alvaro: ni a los tobillos. Cierto. Gracias por su opinión. Esteban Carlos Mejía
ANA(11609)14 de marzo de 2021 - 12:07 a. m.
Excelente semblanza del señor Lleras Camargo. Hombres de los que ya no se dan.
  • Esteban(36704)14 de marzo de 2021 - 04:38 p. m.
    Ana Celina: gracias por su comentario. Esteban Carlos Mejía
Judith(76151)13 de marzo de 2021 - 11:55 p. m.
Excelente. Me está enseñando a quererlo. Y me invita a estudiarlo.
  • Esteban(36704)14 de marzo de 2021 - 04:38 p. m.
    Judith. ¡Eso es! Esteban Carlos Mejía
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