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NOS QUERÍAN LLEVAR A UN CALLEjón sin salida. Y ahí nos tienen. Porque las diferencias entre Juan Manuel Santos y Antanas Mockus son apenas adjetivas, secundarias, individualistas. En esencia, ambos personajes encarnan un mismo extravío político: el uribismo trasnochado.
Santos es el uribismo heavy. Es el continuismo mondo y lirondo. Más plutocracia. Más cleptocracia. Plutocracia, o sea, gobierno de los ricos. Cleptocracia, esto es, gobierno de los ladrones. Y tratados de libre comercio con cláusulas leoninas en contra de la soberanía nacional. Y bases colombianas al servicio de tropas yanquis. Y marañas para beneficiar al capital foráneo en perjuicio de la vapuleada producción local. Y la máquina de guerra a toda mecha. Y promesas impracticables: 1.000.000 de viviendas en 4 años, o sea, 250.000 por año, esto es, 20.833 por mes, es decir, 694 por día, algo que ningún gobierno, en los últimos 40 años, ha sido capaz de hacer. ¡694! Este 8 de agosto les tocará madrugar a echar pañete, a ver si no los coge la noche. Picardías y picardías y picardías. Es la vía del Consenso de Washington, ni siquiera la Tercera Vía, a la que el candidato de la U apela de vez en cuando.
Por su parte, Mockus se presenta como campeón de la anticorrupción y superhéroe de la honestidad. ¿Pero ser zanahorio es acaso suficiente para transformar las condiciones materiales y espirituales de nuestra sociedad? ¿Basta manejar con pulcritud los dineros públicos para resistir a la hegemonía imperialista, erradicar la pobreza, neutralizar los gérmenes de la desigualdad social y fomentar el progreso de las mayorías? Si Mockus es tan honesto como dicen, ¿por qué entonces no rechaza de plano el modelo económico neoliberal, el más deshonesto de todos? Eso sí sería ética de verdad. No lo hace porque en el fondo cree en las ilusorias virtudes de la globalización. Es más, al igual que Santos, aspira a prolongar la expresión política del neoliberalismo en Colombia. Sin ponerse colorado sostuvo que él también quiere ser la gallina culeca de los huevitos (sic) de Uribe: la seguridad seudodemocrática, la desconfianza inversionista y la cohesión antisocial. Mockus es la versión light del uribismo.
Ahora bien, heavy o light, uribismo es uribismo. No se trata de un pleito personal; es una posición ideológica. Por favor, dejen a un lado las pendejadas de última hora. Olvídense del voto pragmático, dizque con la nariz tapada, y del voto útil, el más inútil de los votos. Lo mío es, insisto, el voto autoconsciente. Yo voto por aquel que represente mis convicciones. Y punto. En la consulta interna del Polo voté por Carlos Gaviria, en las elecciones legislativas por Jorge Enrique Robledo y en la primera vuelta presidencial por Gustavo Petro, abanderados de izquierda democrática. Mañana no votaré por ninguno de los dos candidatos uribistas: votaré en blanco. "Prefiero ser de piedra, estar oscuro, / a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír / a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio", como dicen los versos de Gonzalo Rojas. Entonces, lo que ha de ser, que sea.
Rabito de paja: "El grado de cultura y el grado de riqueza de un pueblo son los que determinan el grado en que ese pueblo participa efectivamente en el ejercicio del poder". Darío Echandía, marzo de 1937.
