EL RECINTO, CON SUS DECENAS DE sillas, no siempre da abasto. Los muchachos se sientan en el suelo delante de la primera fila y en las escalinatas, o se recuestan silenciosos y pacientes contra la pared del fondo.
Los que no alcanzaron a entrar, revolotean y preguntan por la próxima sesión. Pero no se trata de una función de cine porno o de un strip tease bisexual en jornada continua. Nada de eso. Las aglomeraciones son por la Biblioteca clásica para jóvenes lectores, un exitoso programa de promoción de lectura de la Editorial Universidad de Antioquia.
Es una colección de textos humanistas, desde la antigüedad griega hasta nuestros días. Durante cinco años se publicarán 25 títulos, es decir, cinco por año, cifra menor pero nada despreciable en este país, tan dado a la fanfarria de la autoayuda y a la quincalla gerencial. El conjunto es “simple y extraño”, diría C. Auguste Dupin, inefable criatura del borracho de Baltimore, mister Edgar Allan Poe. “Simple y extraño” o, en otras palabras, selecto y diverso. Incluye obras breves de Sófocles, Aristófanes, Platón, Aristóteles, Lucrecio y Marco Aurelio. Y alhajas de coleccionista: La tranquilidad del alma, de Séneca, o El satiricón, de Petronio. Más antologías de artes y oficios tan distantes entre sí como el dibujo y la filosofía: Los diez libros de arquitectura, de Vitruvio; Textos, de Leonardo da Vinci; Ensayos, de Michael de Montaigne, y El contrato social, de Jean Jacques Rousseau.
Se anuncian, además, joyas insólitas: De humanis corporis fabrica, de Andrea Vesalio; El viaje del Beagle, de Charles Darwin, y Fundamentación de la metafísica de las costumbres, de Immanuel Kant. En literatura sobresalen Coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes; Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer; El extranjero, de Albert Camus, y Una habitación propia, de Virginia Wolf. El último en salir fue Diario de Adán, diario de Eva, de Mark Twain, amena rehechura de uno de los mitos fundacionales de la cultura occidental, escrito con desparpajo y exageración por ese gringo mamagallista que tanto nos ha instruido sobre la vida con sus aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Muy pronto, con la tolerancia de los dioses, vendrá Cándido, de Voltaire, ni más ni menos. ¡Como para rechuparse los dedos!
Cada libro ha sido trabajado con devoción y esmero en un formato cómodo, de no más de 150 páginas, precedidas por cortas introducciones didácticas. La Biblioteca clásica para jóvenes lectores se entrega de manera gratuita a quienes acuden a sus actividades. ¿Gratis? ¿Cómo así? ¿Y por qué? Tener una biblioteca personal es clave para alimentar el hábito de la lectura, es una semilla para que los jóvenes empiecen a ver más lejos, sentados “sobre los hombros de gigantes”. Si antes hubo en Medellín una generación que no nació pa’ semilla, ahora hay (o se advierte) otra que sí nació para leer. ¡Siquiera, pues!
Rabito de paja: “El amor de Colombia, sin excluir el de la mayor parte de sus clases dirigentes, hacia los Estados Unidos es una pasión admirativa incontrastable. En presencia de la colosal república, esta gente asume la posición del ave minúscula ante la mirada fascinadora de la boa constrictor”. Baldomero Sanín Cano, 1927.