A mi modo de ver y entender las cosas, no es cuestión de edad ni de género. Es cuestión de ideas.
Iván Duque. Jovencito. 45 años. Todavía parece un bebé rozagante y mamón. Mera lozanía infantil. Eso sí, su ideario político es anticuadísimo. Pensamientos de mucho antes de la república cristiana o católica de Miguel Antonio Caro et al. durante la guerra de los Mil Días (1899-1902). Concepciones obsoletas, cavernícolas, retrógradas. Es inmaduro en edad, pero rancio en ideas.
Ahora, un veterano: Humberto de la Calle. 75 añitos. Venerable catano con ideas frescas, audaces, liberales. Socialdemócrata de izquierda. Cogestor de la Constitución del 91. Negociador del “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, que, entre otras vainas, permitió el desarme de la guerrilla más antigua y más bandolera de las Américas. Hasta masón será ese cucho. Por eso insisto: no es cuestión de edad.
¿Género? Hay mujeres de mujeres. Una al azar: María Fernanda Cabal. ¡Dioses y demonios! Gallina empolladora de los tres huevitos podridos del Excelentísimo Señor Presidente Eterno, Su Santidad Álvaro Uribe Vélez: la seguridad seudodemocrática, la desconfianza inversionista, la cohesión antisocial. Prototipo de la tía cuasi analfabeta que usa y abusa de WhatsApp para despotricar contra todo lo que huela a democracia o libertad.
¿Qué tal Íngrid Betancourt? Al poco tiempo de la publicación de su libro No hay silencio que no termine, hace ya 11 u 12 años, escribí una columna en la que decía: “La voz de la narradora es infatuada, llena de presunción, narcisismo y poses. Peor aún, impostada hasta el límite, con cierto afán de figuración, a ver si logra alzarse y ser leída con lágrimas (…) Y la pobre Íngrid, sobradora y engreída, se cree dueña de la honestidad y la verdad”. No me arrepiento de esas palabras. Al contrario, me reafirmo en lo dicho. En Noticias RCN mostró el cobre. Desconoce si Óscar Iván o Barguil tienen maquinarias. En gracia de discusión, aún no ha definido “maquinaria”. ¡Qué desubique tan hachepé! ¿Y por el hecho de ser mujer tenemos que soslayar su ignorancia? Es la diva de bobas con diploma y la boba de divas sin glamur. Quiere cambiar el patriarcado por el matriarcado: su matriarcado. Vuelvo y repito: no es cuestión de género.
Hablando de mujeres, en política hay otras muy distintas al “cometa francés (...) con su cola helada, lacia e inocua”, según definición de Julio César Londoño acá en estas páginas editoriales.
Pienso en Mábel Lara. Periodista y presentadora de noticieros a carta cabal. Estudiosa, conectada al entorno, valiente. Acosada por el color de su piel o por su pelo chuto, currusco o hermosamente crespo. No vive en Babia sino en Colombia. Y se lanzó al Senado sin maquinaria, aunque habría que preguntarle a Íngrid si el Nuevo Liberalismo tiene o no tiene apparatchik. ¿Cuestión de sexo?
Y también pienso en Juvinao, Cathy. Sus denuncias sobre la vagancia y las vagabunderías de padrastros y madrastras de la Patria son memorables. Es inteligente, oportuna e indomable. Ahora quiere llegar a la Cámara de Representantes por el Partido Verde para profundizar sus revelaciones desde adentro del establo parlamentario.
En conclusión, como en tantas otras circunstancias de la vida, no es cuestión de edad ni de género. Es simple y pura cuestión de ideas. ¿Vale?
Rabito: ¿Soliloquio de urraca o monólogo de grajo?