Rabo de paja

No queremos goles… ¿queremos frijoles?

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Esteban Carlos Mejía
14 de julio de 2018 - 02:00 a. m.
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Se acabó el Mundial. En cuatro años, con la venia de ateos y dioses, volverá la ilusión igualitaria del fútbol, esa que nos permite decir lo que se nos dé la p… y reverenda gana sin que nadie nos pueda convencer. Tantas cosas… ¿Por dónde empezar este potpurrí de prodigios y angustias?

Golazos de tiro libre: Cristiano Ronaldo a España y Toni Kroos a Suecia. La divina indiferencia de Islandia: jugar es mejor que competir. Y su empate con los pavos reales de Messi. Las estrafalarias jugarretas de Neymar para irritar y hacer perder tiempo al rival: berrinches por un pisotón, pataletas por una falta, ¡inigualable! La bendita (o maldita) cantaleta de locutores y comentaristas sobre la tenencia del balón y el toque toque: “mientras tengamos el balón no pueden meternos goles”. Panamá: insignificancia y estreñimiento mental: dos goles a favor, 11 en contra. ¡Uf, qué bolillazos! Y el estilo contrario: Cavani por la derecha a Luis Suárez en el flanco izquierdo, avanza Suárez, devuelve a Cavani y ¡gol!

La opinión de un croniquero de Buenos Aires, campeón de la obviedad, al descubrir el agua tibia: “más que fracaso latinoamericano, lo que hubo fue un triunfo europeo: no es que los equipos sudacas fueran menos que otras veces; es que los europeos fueron mucho más”. ¡Guau! Stanislav Cherchesov, ¿director técnico de Rusia o torturador del KGB de la Unión Soviética? La dignidad a toda prueba de Óscar Tabarez. El VAR: ni Tribunal de la Inquisición ni coitus interruptus. Croacia, tres goles – Argentina, ¡cero golazos! Y eso, con Franco Armani, dizque el mejor arquero del Universo y sus alrededores, según los fosfóricos hinchas del Atlético Nacional: cinco goles en dos partidos. Ah, los tiempos de reposición: dos o tres tantos en cinco o seis minutos de agonía y éxtasis. Los descaches de Pedro Sarmiento. La presciencia (conocimiento de las cosas futuras) del profesor Gustavo Alfaro. El paradigma de Francia y Bélgica: jugadores de origen africano en cada línea, más allá del racismo. Y la Colombie, esta Colombia triunfalista y endeble, desagradecida con Pékerman, obsesionada por el éxito, sin goleadores ni suerte. ¿Mañana? ¡Que gane Croacia!

Rabito: Solo a un banco de Medellín, Antioquia, en donde el racismo se enseña y se aprende desde la cuna, se le podía ocurrir la idea de hablar de “Nueva Raza” en sus comerciales de televisión para la Copa Mundo. ¿“Nueva raza”? ¡Por favor! ¿En qué mundo viven? ¿Eugenesia? ¿Purga étnica? ¿Xenofobia? Algunos me dirán: “No exagere. Es una metáfora”. Pero qué metáfora tan mezquina, abyecta y desalmada. Ojalá alguien le diga a Bancolombia que la segunda década del siglo XXI ya casi se va a acabar…

Rabillo: “eugenesia. Del fr. eugénésie, y este del gr. 'bien' y -génésie'-génesis'. 1. f. Med. Estudio y aplicación de las leyes biológicas de la herencia orientados al perfeccionamiento de la especie humana”. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española.

Rabico: “El general Bolívar se aleja de su ejército. Camina con amargura en los ojos. Observa el paisaje de Pisba y piensa: Cómo revelarles a estas tropas miserables el secreto de la guerra. Cómo explicarles que a pesar de los muertos tendremos la independencia. Cómo contarles a estos hombres, devastados de hambre y frío, el peligro que hay después de la victoria. Cómo decirles que la esperanza nunca se consumará porque nosotros, enfermos de poder, siempre seremos los culpables de su muerte”. Pablo Montoya. Terceto, Literatura Random House, febrero de 2016.

@EstebanCarlosM

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