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Hace unos 15 años, Grecia vivió una pavorosa crisis económica. Entre 2008 y 2010 el país se hundió en el abismo más profundo. Los griegos vivían a crédito: prestaban plata para pagar préstamos. Muchas veces pedían un segundo crédito mayor que el primero a ver si así podían quedarse con una pequeña reserva, sin lograrlo casi nunca. Se debían entre sí, y en especial a los bancos. El gobierno derechista, con la ayuda de Goldman Sachs, ocultaba datos macroeconómicos como el verdadero monto de la deuda externa y del déficit público.
El desempleo llegó hasta el 27 % (¡!), más del 35 % de la población cayó en la pobreza y unos tres millones de personas se quedaron sin servicios de salud. Hubo manifestaciones y disturbios en Atenas y otras ciudades. Casi 30 huelgas generales entre 2009 y 2014, o sea, unas seis al año, una cada dos meses. Una troika* de acreedores, formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, impuso rigurosísimas condiciones a Grecia para rescatarla del despeñadero. Los salarios bajaron a la brava, aumentó la edad de jubilación, redujeron drásticamente las pensiones. Una pesadilla insoportable.
En medio de tales turbulencias, el comisario Kostas Jaritos de la Brigada de Homicidios de la Policía de la región del Ático, en Atenas, es informado de la decapitación del director del Banco Central de Grecia, un asesinato al que siguen otros tres en una cadena de misterios, ocultamientos, venganzas y crueldades.
Jaritos es un cincuentón, refunfuñetas, europeizante, medio obsesivo, medio compulsivo, casado con la adorable Adrianí, mamá de la abogada Katerina y suegra del médico Fanis, dos personas imprescindibles en la vida del comisario. Su jefe, Guikas, lo acosa y a veces lo estimula con dudosas mejoras en la pensión o hipotéticos ascensos en la jerarquía policial. Maneja a dos subordinados, Vlasópulos y Dermitzakes, eficientes o envidiosos, idóneos* y celosos de la aprobación de su superior. A estos dos treintañeros se suma la hermosa Kula, primero secretaria de la superioridad y después activa investigadora en la brigada.
Ninguno de ellos existe en la realidad, por supuesto. Recuerden que, según un personaje de Almodóvar, “la realidad debería estar prohibida”. De hecho, cuando aquí hablo de escritores y ficción, la realidad está arrinconada o relegada al cuarto de San Alejo. Todos, desde los oficiales de policía, hasta el asesino y los muertos, son criaturas de Con el agua al cuello, (original de 2010 y en Maxi Tusquets, mayo de 2013), obra de Petros Márkaris, cuchito de 87 años que con sus 12 novelas policiacas ha marcado los hitos y el sendero luminoso de la literatura policiaca griega. Nació en Estambul, Turquía, miembro de la minoría armenia de esa nación. Vino a nacionalizarse en Grecia apenas en 1974. Estudió Economía y escribe en griego, turco o alemán. La Trilogía de la Crisis (Con el agua al cuello, 2010; Liquidación final, 2011, y Pan, educación y libertad, 2012) es una gozosa aventura literaria para conocer y descubrir la oscuridad y la luz de la naturaleza humana. Con Márkaris uno le coge cariño a la policía: increíble pero cierto.
Rabito: Cada vez Ulibro, la feria del libro de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, se vuelve mejor y mejor y mejor. ¡Aleluya!
Vademécum:
*Troika: Especialmente en el ámbito político, equipo dirigente o con labores de representación integrado por tres miembros.
*Idóneo: Adecuado y apropiado para algo.
