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Saramago, hermano de Pessoa

Esteban Carlos Mejía

02 de julio de 2010 - 09:58 p. m.

QUIERO ESTAR CON ISABEL BARRAgán pero tiene gripa, pobrecita. La “eterna primavera” del valle de Aburrá, con sus caóticos amaneceres y sus aguaceros de sopetón, acaba con cualquiera. Lagrimea sin cesar. Le ofrezco aguapanela caliente con limón. “Resfriada y triste”, dice con voz de tarro. Y se pone a llorar por José Saramago.

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Deja a un lado los detalles personales. “Me importa un comino si era comunista, si el Vaticano le tenía fobia, si se casó con una mujer mucho más joven que él, si no usaba computador, si no se entendía con el otro portento de la literatura portuguesa contemporánea, António Lobo Antunes. A los escritores se les juzga por sus actos y, sobre todo, por sus palabras”, dice, gangosa. Sorbe la bebida con cuidado. “Su novela más literaria y, por tanto, la más entrañable es El año de la muerte de Ricardo Reis”, dice. “Ricardo Reis era un heterónimo de Fernando Pessoa, el gran poeta de Lisboa. Saramago re-inventa su vida lúcida y lancinante...”. La atajo: “¿Qué es un heterónimo?”. “Te remito a unos versos de Pessoa: Sólo me encuentro cuando de mí huyo”.

“Pero claro”, digo, aunque quedo en las mismas. “Consulta a miss Google o a doña Wikipedia”, dice, y la cantaleta me sabe a gloria. “Un heterónimo es la personalidad fingida con que un autor hace y firma su obra”. Casi con euforia me cita un párrafo de El Evangelio según Jesucristo, del finado Saramago, en el que aparece el mismísimo Pessoa en el papel de Dios de dioses o dios de Dios: “...de la niebla bajó una voz que dijo, Tal vez este Dios y el que ha de venir no sean más que heterónimos, De quién, de qué, preguntó, curiosa, otra voz, De Pessoa, fue lo que se oyó, pero también podría haber sido De la Persona. Jesús, Dios y el Diablo hicieron como quien no ha oído, pero luego se miraron asustados, el miedo común es así, une fácilmente las diferencias”.

Con elegancia, Isabel se suena la naricita. “Pessoa, en portugués, quiere decir Persona, así como Coelho, de Paulo Coelho, significa Conejo”, me explica, no sin perfidia, inspirada en un novelista de Medellín. Después dice que la más poética de las novelas de Saramago es Memorial del convento, sobre la construcción del quimérico recinto de Mafra, en Portugal, una especie de álter ego (¿heterónimo?) de El Escorial, cerca a Madrid. “Y la que más me gusta es Historia del cerco de Lisboa, cuyo protagonista, Raimundo Silva, es corrector de pruebas, como Saramago”. Me intrigo: “¿Cómo así?”. “Sí, corrector de pruebas de la realidad”, dice con una sonrisa radiante. El aguapanela es bendita.

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Rabito de paja: “Ocurre que el comunismo es mucho más que una idea abstracta, es el producto directo de la miseria y del atraso; es en muchos casos la reacción del desgraciado que se ve privado de todas las cosas buenas de la vida. Y los Estados que desatiendan el deber de dar a ese desgraciado lo que necesita y pide, y consagran cuanto tienen a la lucha contra el posible enemigo internacional, pueden estar creando en el interior, dentro de sí mismos, el mal del que quisieran defenderse”. Eduardo Santos, presidente y tío abuelo de presidente, abril de 1947.

Rabillo de paja: Lo más asombroso del Mundial de Fútbol son los narradores argentinos de Direct TV: objetivos, equilibrados, discretos... ¡rarísimos!

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