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Tres mujeres…

Esteban Carlos Mejía

27 de enero de 2017 - 10:41 p. m.

Hace años, quizás en un rapto de ninfomanía, leí 'Tres mujeres', de Roberto Musil, el hipocondríaco ingeniero austriaco que escribía y escribía y escribía a pesar de la hostilidad y la indiferencia de sus lectores.

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No me acuerdo mucho de la trama del libro, publicado en 1924. Busqué a Musil en mi biblioteca y casi no lo encuentro. Primero encontré su novela Las tribulaciones del estudiante Törless, de la que también me olvidé, los idólatras de la literatura centroeuropea me perdonen la vida. Después me di en la jeta con los tres tomos de El hombre sin atributos, que un profesor borracho de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia leía con complacencia y recomendaba con fervor. A la final, polvoriento e intacto, hallé lo que buscaba: Tres mujeres. Allí las ninfas son Grigia, La Portuguesa y Tonka, arquetipos de sensibilidad femenina. Pensé en esas tres mujeres antiguas y luego, quizás por obra y gracia de mi insaciable furor uterino, me acordé de tres mujeres de hoy, periodistas ellas: Natalia Guerrero, Paola Ochoa y Ana Cristina Restrepo.

Natalia Guerrero (@nnguerrero en Twitter) es corresponsal de la BBC Mundo. Escribe con finura y rigor y consistencia y vigor. Sus crónicas tienen títulos largos, anti millenials. La fascinante historia de las dos pistolas que unen a Simón Bolívar, George Washington y el marqués de Lafayette. Llorar y correr en Lesbos: mi experiencia como voluntaria en el corazón de la crisis de refugiados en Europa. Trasplante de pene, el nuevo reto médico para ayudar a soldados estadounidenses heridos en Irak y Afganistán. Son relatos vividos y escritos con las entrañas. Además, es fotógrafa. Sus vistas a través de las ventanillas de los aviones siempre me hacen soñar despierto, o sea, vivir en las nubes.

Paola Ochoa (@PaolaOchoaAmaya) parece más peligrosa que un alacrán con alas. Sobre todo, a quienes aman la posverdad y las mentiras. Es columnista de El Tiempo: observadora aguda, con la lengua suelta y el pensamiento sin fisuras. A mí me encantan sus diatribas políticamente incorrectas, traviesas, iconoclastas, impertinentes. Chibchombia (sobre las falacias de Trump), Negros malucos (en contra de la intolerancia racial en Colombia), Machos alfa (“Dios nos salve de estos cerdos asquerosos y misóginos”) y otras más, también francas y atrevidas.

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Ana Cristina Restrepo (@anacrisrestrepo) es columnista de El Colombiano y El Espectador. A veces trabajamos juntos, y los colegas dicen que parecemos la dama y el vagabundo, cosa que nos honra a ambos. Incluso almas envidiosas la confunden adrede con mi amiga Isabel Barragán. No es perita en dulce. Denuncia lo que le parece incorrecto, critica la hipocresía del Poder, se enternece con la vida de las gentes del común, humilde con los humildes, arrogante con los arrogantes: Test rápido y sencillo (de abusos de colegios), Los inocentes del silencio, Mamá cansada de guerra.

Tres periodismos distintos encarnados en mujeres muy distintas, valerosas, inteligentes, atractivas y refinadas. Si alguien quiere más, ¡que le piquen caña! O lea a Musil.

Rabito: “La convivencia no es una política de picardías”. Eduardo Santos, 1946.

Rabillo: ¡Bien por el Premio Casa de las Américas a Tríptico de la infamia, de Pablo Montoya!

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Rabico: Ojalá el Oscar fuera como el Nobel. O al revés.

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