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Ya están aquí los toreros muertos

Esteban Carlos Mejía

09 de abril de 2022 - 12:30 a. m.

Antes del reguetón, “Nel mezzo del cammin di nostra vita”, conocí a Los Toreros Muertos, una banda española semipunk, liderada por el imprescindible Pablo Carbonell. Eran (¡son!) burleteros, iconoclastas, contestatarios, bufones o diablillos del buen Dios. Recuerdo tres de sus éxitos más disparatados: Mi agüita amarilla, Pilar y Yo no me llamo Javier, temazos más allá o más acá de la corrección política, cultural o sexotecnocrática. Al principio de sus conciertos ellos cantan una especie de pasodoble en clave de rock ‘n’ roll: Ya están aquí los toreros muertos.

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La letra es fabulosa. Detestable para los taurófilos, aquellos fulanos que adrede y sin remedio confunden arte con tortura. “Te puedes divertir, puedes saltar…”. Habla de los matadores caídos contra su voluntad en las plazas de toros del mundo. “Acaba de entrar Manolete con una mano en el boquete / Sigue Antonio Bienvenida con una tirita en la herida”. ¡Olé! “Pasa por la puerta Belmonte el Magnífico que en el cielo se ha comprado un frigorífico / A su lado, el Gallo de Triana ayudado por su hermana / ¡Ya están aquí los toreros muertos, ya están aquí, muertos, muertos!”. ¡Palmas y vítores a los conquistadores de la maldita España!

La cancioneta me vino a la mente por culpa del corrillo de donceles y doncellas del Centro Democrático sacrificados a las estocadas en la suerte suprema de la democracia colombiana. “Puedes vomitar porque ya están aquí los toreros muertos”, en una lista atrabiliaria pero suculenta. Abre el paseíllo Ernesto Macías, el Niño de la Jugadita. Lo sigue Carlos Felipe Mejía, Ladrante de Manizales. A su lado, Amanda Rocío González, Llanera del Desconsuelo. Detrás marchan cabizbajos Santiago Valencia, Nerdecillo de Aburrá, y Nicolás Pérez, Lagartijo de Colombia. ¡Con mano firme y corazón grande! Gabriel Jaime Velasco, el Caleño, y María del Rosario Guerra de la Espriella, Charo de las Corralejas. Ruby Chagüi, la Niña de Cereté, y Alejandro Corrales Escobar, Cafetero de Umbría. “¡Tú quieres un show / Nosotros tenemos un show! / Ya están aquí”. Fernando Nicolás Araújo Rumie, Cartucho de Pescao, al lado de José Obdulio Gaviria, el Pasmo de La Ceja. La defenestrada de última hora, María Angélica Guerra, Angelita del Sinú, hija de Joselito (sic) Guerra de la Espriella y sobrina de María del Rosario, Charito de Sangre, con John Harold Suárez, Terraco de Oro. Y los banderilleros Manguito y Polo Polo. No falta, desde luego, Su Eminencia Ilustrísima Álvaro Uribe Vélez, Cojón de Oro del Casanare, quemado y requemado, fuera del tiesto hace rato.

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Almas caritativas me advertirán que no debo burlarme de los perdedores. Sorry, damas y caballeros. ¡Ay de los vencidos! ¡Ay de los inicuos! Aquí y ahora me burlo de Uribe y sus mascotas por los lustros que se burlaron de nosotros. Es la bíblica ley del talión. ¿Sí o qué?

Rabito de citas: “Cercano está el momento en que veremos si el pueblo manda, si el pueblo ordena, si el pueblo es el pueblo y no una multitud anónima de siervos”. Jorge Eliécer Gaitán, hoy, 9 de abril, a los 74 años de su asesinato.

“Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia”. Simone de Beauvoir.

“Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”. George Orwell.

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@EstebanCarlosM

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