Publicidad

Caballero

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Federico Gómez Lara
14 de septiembre de 2021 - 05:30 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Me es muy difícil levantarme a escribir como si nada. No consigo encontrar el impulso para referirme a los pormenores de la política, del poder o de la realidad nacional. Hoy, como todos los domingos, me desperté muy temprano para leer los periódicos y tener listo este artículo a la hora del cierre. Pero hoy no parece domingo: en la prensa ya no está la columna de Antonio Caballero. Para muchos colombianos, de todos las generaciones, leerla el domingo en la mañana era tan importante como tomarse el primer café.

En este momento, sentarse a escribir frente a un teclado sin sentir el vacío que deja la partida de Antonio es imposible. Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre la vida y la obra de este hombre irrepetible. Sus amigos han acudido a los medios para hablar sobre sus libros, sus columnas, sus caricaturas y su trasegar por el mundo del periodismo y la literatura. Pero Caballero era mucho más que eso. Para quienes lo seguimos desde siempre, leerlo, más que un placer, era una necesidad.

Aprender a despojarnos de ese hábito adquirido a lo largo de años no será una tarea fácil. Caballero, en este mundo del periodismo, fue un hombre irrepetible. Sin haberse dedicado a publicar chivas, ni a hablar por teléfono para seducir a las fuentes del poder, Antonio logró que todo el país estuviera pendiente de lo que tenía por decir cada domingo. A él eso del poder le daba como asco. Uno no iba a buscar su columna pensando en que ahí encontraría la gran revelación de la semana. La gente leía sus artículos con religiosa devoción porque sabía que en ellos hallaría la mirada de un genio, de un erudito y de un hombre vertical y fiel a sus principios.

Hoy me acuerdo de la última vez que lo vi, hace algo menos de un año, cuando ambos renunciamos a la antigua revista Semana. Almorcé con él en casa de mi madre para compartir impresiones sobre lo que estaba ocurriendo y para evaluar qué opciones aparecían para solucionar su futuro. A Caballero, como a muchos de los genios de la historia, le tocó pasar sus últimos días en medio de serias angustias económicas. Acabábamos de renunciar y quienes conocíamos el tema estábamos muy preocupados con su situación. Él, por su parte, se veía feliz. Casi que liberado.

Entonces estaba sobre la mesa una propuesta de Juan Carlos Iragorri para desarrollar con Antonio una serie de cursos de historia. Echando números por encima, la cosa se veía viable y podría ser una solución. ¿Y por qué no acepta eso?, le dije. Respondió con esa agudeza que lo caracterizaba: “Es que yo no sé trabajar y no pienso empezar ahorita. Además me siento ridículo saliendo en una cámara a hablar solo”.

Me fui con la angustia no solo de pensar en que no volvería a leer columnas de Caballero, sino de ver que un hombre de su importancia histórica estuviera sufriendo por carencia de recursos. Afortunadamente aparecieron los Danieles, a quienes quiero hacerles un reconocimiento público. Ellos salvaron a Caballero de la crisis económica y le dieron el lugar y el respeto que merecía. Pero también nos salvaron a nosotros, pues nos regalaron la posibilidad de leerlo por un año más. Gracias a ustedes. Pero, ante todo, gracias a usted, maestro.

@federicogomezla

Conoce más

Temas recomendados:

 

María(60274)17 de septiembre de 2021 - 08:09 p. m.
Sentí dos emociones diferentes, pesar por la partida de un excelente columnista y antiuribista y alegría porque ya había un torturador de toros menos en este planeta.
aldemar(14308)17 de septiembre de 2021 - 09:43 a. m.
Gracias por compartir esa bella columna. Yo también agradezco a Los Danieles que nos mantuvieron la columna de Caballero, a los lectores ávidos semanalmente de sus palabras de intelectual crítico y sin pelos en la lengua para burlarse del poder y los poderosos!
Camilo(27872)15 de septiembre de 2021 - 11:16 a. m.
Con Caballero partió quien ha sido, desde mí adolescencia, un referente ético y crítico para ver a los ojos de está sociedad decadente en la que nací. Maestro, gracias eternas.
blanca(17546)15 de septiembre de 2021 - 02:31 a. m.
La muerte de Antonio Caballero a quien seguí domingo tras domingo en sus columnas, primero en la revista Semana y luego en los Daniles, me sentí como huérfana, sentí que se marchaba alguien a quien aprendí a amar en el silencio de sus columnas, su libertad de expresión, su capacidad de critica para exponer la realidad, me llenaba un vacio profundo que a veces sentía leyendo la prensa.
eudoro(79178)15 de septiembre de 2021 - 02:27 a. m.
Sin ser amigo personal, me sumo a ese reconocimiento.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.