Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Esta es mi última columna en El Espectador. Me llena de nostalgia decirles adiós a las páginas de este querido periódico. Pero debo hacerlo.
Hace algo más de un año, cuando por cuestiones de principios renuncié a la revista que siempre había sido mi casa, Fidel Cano me abrió las puertas de este maravilloso diario. Aquí pude escribir lo que quise, sin restricción alguna, sabiendo que mis palabras serían publicadas en un periódico que, como ningún otro, se ha echado al hombro la defensa del buen periodismo y de la libertad de expresión. Gracias, Fidel. Hoy, con el corazón repleto de gratitud, debo despedirme. Ahora mi situación ha cambiado.
Al principio todo parecía una utopía, una locura, si se quiere. Cuando en el mundo son cada vez más los medios de comunicación que cierran y los que quedan pierden millonadas cada año, pensar en fundar una revista era una aventura cuando menos irresponsable. No fue un proceso fácil. Nos topamos con incontables obstáculos, atravesamos medio mundo sumando apoyos y fueron muchas las noches que pasamos en vela. Pero ahora, después de tanto remar, el esfuerzo de un equipo de personas extraordinarias que le apostaron a este sueño ha dado su fruto: me llena de emoción contarles que el próximo domingo se publicará la primera edición de la revista Cambio. Un medio con mucha historia, pero con más futuro.
Si alguien en noviembre de 2020 me hubiera dicho que todo esto iba a ser posible, seguramente no le hubiera creído. En ese entonces existía solamente una idea, una hoja de Excel, una presentación de PowerPoint y 2.000 problemas que parecían no tener solución. Pero el que quiere puede. Ahora la revista Cambio, que en esta nueva etapa tendré el honor de dirigir, llega recargada con la firma y el respaldo de muchos de los periodistas que han marcado la historia de este oficio. A todos ellos, gracias por su confianza. Gracias por creernos. Pasados ya tantos años desde que los grandes poderes lograron que, por ser incómoda para ellos, se cerrara Cambio, ahora regresa al escenario mediático impulsada por una interesante combinación de canas y ganas. Tenemos en nuestra redacción a los más brillantes y reconocidos investigadores, sentados con un grupo de jóvenes a quienes no les da miedo contradecirlos.
Lo único que pretendemos es hacer buen periodismo. A los lectores les ofrezco la garantía de que este medio que renace no se olvidará nunca de que su deber fundamental es ser un contrapoder. Cambio será un medio que dude siempre, y por principio, de la versión oficial. La revista jamás responderá a los intereses de los accionistas, de sus anunciantes, de los grandes grupos económicos o de los gobiernos de turno. Los poderosos, que no esperen aplausos de nosotros... Para eso están otros. El periodismo es otra cosa.
Dejo con tristeza esta querida columna porque creo en la discreción, en la objetividad, en que los directores de medios debemos oír más y opinar menos. Vamos a necesitar de la ayuda de todos ustedes. Les prometo que trabajaremos sin descanso para no defraudar nunca la confianza que en nosotros van a depositar nuestros únicos jefes: los lectores.
¡Ya viene Cambio!
