Los retos de un auditor 4.0

Felipe Jánica
30 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

Con la cuarta revolución los desafíos de los auditores se acentúan. Con negocios mejor conectados producto de la cuarta revolución industrial donde uno de sus facilitadores es la tecnología, la pregunta a renglón seguido es ¿Cómo se actualizan los procesos de auditoría? La auditoría en su esencia no ha cambiado. Su fundamento sigue siendo el mismo: El escepticismo profesional. Con ello presente, la tecnología y la digitalización de muchos procesos conllevan a retos que antes no pasaban por la cabeza de un auditor. Pero ¿Cómo puede el auditor adaptarse a estos retos y cómo puede aportar más y mejor valor agregado a su trabajo? Es quizá la pregunta más valiosa que tanto un auditor como un auditado deberían responderse.

Sin duda la cuarta revolución industrial ha tocado a todos los profesionales. Tanto que muchos se han puesto a pensar que su trabajo está en riesgo. Ese es el caso de muchas labores rutinarias hechas por profesionales que jamás se imaginaron que su función operativa iba o podía ser reemplazada por un robot, por ejemplo. En efecto, la mayoría de las operaciones rutinarias ha llevado a que muchos empleos sean reemplazados por procesos automatizados con “bots” o robots que no son más que una automatización de un proceso de manera rutinaria. Pareciera mentira, pero hoy día podrían existir tantos “bots” como profesionales en las compañías. Incluso en algunas compañías hay más de ellos que personas. No es para asustarse ni mucho menos, por el contrario, el uso responsable de los “bots” conlleva muchas eficiencias en los procesos y sobre todo a mucha seguridad en los resultados. El asunto importante es que ha habido un cambio significativo en la fuerza laboral y de no actualizarnos en nuestras habilidades técnicas o duras, seguramente no tendremos vigencia en un mercado laboral tan dinámico.

Con ello, las compañías han empezado a experimentar una nueva manera de administrar los negocios. De la misma manera, los desafíos por la administración de recursos y de mantener el control interno y que éste sea propositivo en la estrategia de negocio, están llamados a ser protagonistas. Acá es donde el auditor juega un papel fundamental. No importa si es auditor interno o externo. Lo importante de ello es que, en cualquiera de las dos posiciones, el auditor debe asegurarse que la conexión con sus auditados sea mejor y más eficiente. Como la cuarta revolución industrial lo indica, la conexión lo es todo. Esta conexión debe entenderse como la del auditor y su auditado. Es decir que en la medida que más actualizado estén los auditores en asuntos habilitadores de la cuarta revolución industrial (tecnología y digitalización), mejor será la conexión con sus auditados en una compañía que está viviendo a flor de piel su cuarta revolución industrial.

Para ello, es necesario que la auditoría, como proceso vital para las organizaciones, se transforme y como resultado de ello vuelque sus esfuerzos al empleo de tecnologías de punta capaces de hablar de “tú a tú” con la tecnología de las organizaciones auditadas. Con esto no quiero hacer inferir que la auditoría ha cambiado en su esencia. Para nada. La auditoría y la función del auditor deberá seguir contando con su materia prima, es decir el escepticismo profesional. Esto totalmente convencido que esta esencia no podrá ser desplazado por un “bots” o incluso por un “bots” con inteligencia artificial. Seguramente y para tranquilidad de los audtores y auditados, la tecnología empleada por los auditores será un coadyuvante para el mejoramiento continuo del cumplimiento de leyes y regulaciones, la eficiencia y la eficacia de las operaciones y la preparación de los reportes financiero.

En Twitter @JnicaV #Auditorproud

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