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Un triunfo insospechado

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Felipe Restrepo Pombo
11 de febrero de 2010 - 01:52 a. m.
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De todos los éxitos recientes de la literatura colombiana en el extranjero —de Juan Gabriel Vásquez, de Evelio Rosero y de William Ospina, entre otros— tal vez el más sorprendente es el de una novela que parecía olvidada.

Me refiero a Sin remedio, de Antonio Caballero, que se convirtió en un fenómeno editorial en Francia a finales del año pasado. La novela —traducida como Un mal sans remède, por Jean Marie Saint-Lu, y publicada por la editorial Belfond— vendió más de 10.000 ejemplares en los primeros meses: una cifra enorme para una novela extranjera. Y, más sorprendente aún, para un libro que fue publicado en 1984 y que ocurre en Bogotá en los setenta.

Además se está preparando, para los próximos meses, una reedición en Univers Poche (libro de bolsillo). La llegada a este formato, más económico y popular, asegura ventas gigantescas.

Pero el éxito no sólo es comercial: la crítica francesa —tan poco dada al entusiasmo— ha sido muy elogiosa con la obra de Caballero. Le Nouvel Observateur, por ejemplo, la califica de magistral; y su reseñista, Didier Jacob, dice que es: “Una de las novelas esenciales de la literatura suramericana”. En el mismo tono, François Lestavel, de Paris Match, escribe: “Nunca es demasiado tarde para descubrir esta gran novela”. Alexis Libeart, de la revista Marianne la define como: “Una novela pasmosa, barroca, truculenta y de una rara ambición. De esas que capturan al lector y le cambian el mundo en cien páginas”. Bernard Quioriny, de Le Magazine Littéraire, dice: “Se parece a lo que podría haber escrito Roberto Bolaño si se hubiera puesto en la tarea de hacer con Bogotá lo que hizo James Joyce con Dublín”. La comparación con Bolaño es un poco forzada —y ni hablar de la de Joyce— pero muy reveladora, sobre todo ahora que está tan de moda endiosar al chileno en otras latitudes. Pero es que la devoción de los comentaristas por Sin remedio es asombrosa: todos coinciden en que es una novela única.

Y, sin duda, lo es: no sólo porque Caballero no ha escrito una segunda novela, sino porque se trata de una de las mejores de la literatura colombiana del siglo XX. Lo curioso es el entusiasmo que ha generado entre los lectores franceses. Uno podría pensar que un libro de 700 páginas y escrito hace veinticinco años no tendría mayor interés en un mercado inundado por novedades de todo tipo (se dice que en la llamada “Rentrée Littéraire”, después del verano, se publican más de 1.000 títulos nuevos). Y, más aún, una novela que, como dije, narra la vida de Bogotá. Pero justamente esa aparente debilidad, fue el anzuelo.

Hace unos meses entrevisté al escritor Michel Houellebecq, uno de los más leídos en Francia. Entonces me dijo que al público de su país le importaba poco lo que ocurría en Latinoamérica y que tenían una visión muy ingenua de la realidad. “Creemos que todo el tiempo están haciendo el amor, bailando samba y jugando fútbol”, me contó. Creo que lo que les ha gustado de Sin remedio es que muestra una cara diferente. Describe una ciudad en la que hay sexo y samba, sin duda, pero que es un universo más complejo. Este descubrimiento, a pesar de la distancia y del tiempo, ha sido clave. En ese sentido, la comparación con Bolaño no es gratuita: porque la obra del chileno también ha popularizado el interés por la parte más oscura y menos tropical de Latinoamérica.

La mayoría de reseñistas se queja de que el colombiano no haya escrito otra obra de ficción. Lo que no se imaginan es que no lo ha hecho porque se arriesga a repetirse. Porque en Colombia, Caballero lo sabe bien, las cosas no cambian mucho en veinticinco años.

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