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Quienes ejercemos el oficio de periodistas no podemos aislarnos de la realidad, pues esa es la que tenemos que comunicar. Y tal vez por eso nuestra salud mental o, al menos la mía, se ha visto seriamente afectada. Y cómo no enfermarse cuando a diario tenemos que informar sobre lo que pasa en un país de enfermos mentales, entre ellos los locos. Casi a diario hablo con el profesor Alfonso Gómez Méndez, con quien coincidimos en que el país está totalmente desquiciado. Y hablo con él de este tema porque es tal vez la persona más cercana que tengo, que tiene un polo a tierra invaluable.
Cómo no pensar que la locura del país cuando llevamos casi tres meses hablando del psicópata que mató a su mamá y a su hermano. La frialdad con la que hizo entrevistas y su escabrosa y aterradora confesión del crimen no solo producen asco, sino que nos afecta necesariamente.
Sin duda, algunos de los candidatos andan totalmente trastornados. El ingeniero Rodolfo Hernández, quien sube en las encuestas, propone poco pero, ciertamente, dice lo que la gente quiere oír. Ahora bien, cuerdo no es. Petro, por ejemplo, esta semana salió a decir que la palabra expropiación no está en su léxico. Olvidó ya que propuso incluso expropiar al expresidente Uribe. Parece bipolar o es mitómano.
La Coalición de la Esperanza está a punto de desaparecer porque Íngrid la está dinamitando desde adentro. Primero apareció como amigable componedora y ahora se quiere quedar con la candidatura. Qué locura. Ahora bien, muchos de los candidatos que hoy tienen como bandera la lucha contra la corrupción no hicieron nada o hicieron poco cuando fueron congresistas o ministros.
La demencia del país es tal, que Juan Fernando Cristo, Jorge Robledo y Rodrigo Lara aspiran a la Presidencia. Mucho dista entre ellos y expresidentes como Alfonso López Pumarejo o Carlos Lleras. No me quiero imaginar lo que le pasaría al país en manos de Petro o Hernández.
Ahora bien, locura también es que los aspirantes a la Presidencia, y que están en las coaliciones, están llevando al país a que quede en manos de Petro. Su campaña es atacar a Petro, pero proponen poco. Y Petro en esta oportunidad decidió aceptar la ayuda de personas muy cuestionadas. Alguien decía que la política es hablar en nombre de Dios con los instrumentos del diablo. Y ya verán que si Petro es presidente no va a gobernar con ninguno de los que lo han apoyado, porque no le servirán para lograr sus propósitos de llevar el país al socialismo. ¡Literalmente se les hará el loco!
Para acabar de completar este diagnóstico sobre la enfermedad mental que sufre el país, basta con mirar las cifras de feminicidios y abuso de menores. Todos los días nos enteramos de actos criminales que lo dejan a uno enfermo.
En alguna oportunidad la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez dijo que este país necesita a más psiquiatras. La criticaron por eso, pero no tengo la menor duda de que tiene toda la razón. ¡País de locos!
