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Estuve hace unos días pasando una temporada de vacaciones en Barranquilla, y confieso que llegué con envidia de la buena. Curramba está absolutamente divina, con una infraestructura en la que se ve que se proyectó a la ciudad para los próximos 20 o 30 años. Uno ve unas calles y carreteras en zonas en donde no hay nada, pero que hacen de la movilidad en la ciudad casi que un placer. No hay trancones y, por el contrario, uno llega a todas partes en cuestión de minutos.
Sus ciudadanos se sienten orgullosos. La quieren, la cuidan y, a diferencia de lo que pasa en Bogotá, la disfrutan. El caso del Malecón es muy impresionante: siete kilómetros bellamente construidos de cara al río Magdalena. Eso era inimaginable hace seis años. Cuatro alcaldías consecutivas muy buenas: dos de Álex Char, una de Elsita Noguera y la actual de Jaime Pumarejo. La ciudad, además, cuenta con una gran cantidad de parques zonales bonitos y muy bien cuidados.
A diferencia de Bogotá, la clase empresarial de la ciudad ayuda y empuja mucho. Por solo mencionar un par de casos, hablemos de Christian Daes y Moncho Dávila. Pero como ellos hay muchos empresarios totalmente comprometidos con la ciudad, sus gobernantes y sus habitantes. El caso de Daes es realmente impresionante. Respira por la ciudad, a la que le ha entregado la ventana del mundo y el monumento al Júnior. Y todos los años hace un árbol de Navidad absolutamente precioso. Pero además tiene una fundación que ayuda generosamente a todos los que lo necesiten. Lo mismo hace Dávila con la Fundación Gases del Caribe.
Eso no lo ve uno en Bogotá, que es hoy una ciudad muy dura para vivir: hostil, inhóspita, desordenada, destrozada, insegura y, en vez de estar más bonita, está cada vez más horrorosa. Eso es una lástima, porque si la ciudad hubiera tenido cuatro alcaldes como Enrique Peñalosa estaría disparada. Hemos corrido con mala suerte, pues los ciudadanos se han equivocado, con contadas excepciones, eligiendo muy malos alcaldes, incluyendo a la actual alcaldesa, a quien, creo yo, le quedó grande el manejo de la ciudad. Con que solo sacara adelante lo que dejó listo o contratado Peñalosa sería suficiente. Pero ni eso ha sido capaz de hacer. Y lo poco que ha inaugurado es porque venía de la administración anterior.
No me cabe la menor duda de que Barranquilla les ha tomado distancia a las demás capitales del país. Así como en su momento lo hizo Medellín, que en manos de Daniel Quintero va, como se dice popularmente, de culo pal estanco. Y eso, entre otras, porque allí también estaba comprometida con la ciudad su clase empresarial, a la que ataca equívocamente el alcalde. Error este que le costará a la ciudad, como en efecto ya está pasando.
Y de Cali ni hablemos, pues quedó destrozada después de las tomas de la ciudad, quedando en manos del hampa y con un alcalde que se caracteriza más por defender a los vándalos que a los ciudadanos de bien. Cali ha retrocedido en los dos últimos años, casi de manera irrecuperable. Qué mal.
