En 1940 la Radio Nacional de Colombia empezó a transmitir por primera vez. Entre su menú para los oyentes tenía nada más ni nada menos que las famosas radionovelas, que ya se transmitían en otras emisoras como Ecos de la Montaña, en donde leían completas ciertas obras.
Creo recordar que, aparte de ser la antesala para las telenovelas, acompañaron a los colombianos hasta finales de los años 70. Tenía yo 12 o 13 años, me sentaba dentro del carro Fiat de mis abuelos –cuyo conductor, qué paradoja, se llamaba Gustavo Rojas como el dictador que tumbó el abuelo– a oír radionovelas. Entre ellas, Kalimán contra el extraño doctor Muerte y Sandra, la reina de los gorilas. Kalimán se transmitió en Todelar Radio por primera vez en 1965 y se retransmitió otra vez a mediados de los 70.
La radionovela era un género que dejaba todo a nuestra imaginación. Las voces extraordinarias, los efectos especiales y la música lo trasladaban a uno por el infinito mundo de la ficción. A diferencia de las telenovelas, que muestran la imagen, las radionovelas permitían que nosotros le pusiéramos cara a cada uno de los personajes.
Renzo, el gitano (después llevada a la TV), Kadir, el árabe y León de Francia, entre otras, llenaban muchas horas de nuestras vidas. La gran mayoría de las radionovelas se transmitían en las horas de la tarde. Sin embargo, recuerdo dos que escuchaba en la noche en un radio Philips amarillo eléctrico que alguien me había regalado. Fu Manchú, un detective chino, y Tiemble bajo las cobijas, que eran unas historias de terror que, ciertamente, a altas horas de la noche lo dejaban a uno espeluznado.
Nunca entendí por qué se acabaron las radionovelas. Asumo que por el entonces nuevo estilo de la innovadora radio informativa. Estoy convencido, sin ser experto en radio, que hoy las radionovelas podrían ser un éxito. Recordemos que millones de colombianos en sus trabajos, sean en el campo o la ciudad, oyen radio permanentemente.
En esta época moderna, claro está, hay otras opciones, como los radiolibros y los pódcasts. Personalmente, desde que tengo un pódcast llamado El Zuletazo, descubrí este maravilloso mundo. Actualmente estoy oyendo uno estupendo sobre sir Winston Churchill, personaje que siempre me ha atraído enormemente. El problema es que millones de viejos, como yo, no saben cómo acceder a las plataformas como Spotify o BumBox para oír pódcasts. Definitivamente, y lo diré por viejo, todo tiempo pasado fue mejor.
Notícula. Extradición. De Lehder y los Rodríguez a “Otoniel”. Cuarenta años de “guerra contra las drogas”. Con este título, la periodista y escritora María Elvira Samper hace un minucioso estudio de la extradición en los últimos 40 años. Fácil y muy agradable de leer, María Elvira demuestra una vez más (ya lo había hecho con su libro 1989) que, aparte de ser excelente periodista, es una historiadora de muchos quilates. Este libro está totalmente recomendado. No dejen de leerlo. Estupendo.
En 1940 la Radio Nacional de Colombia empezó a transmitir por primera vez. Entre su menú para los oyentes tenía nada más ni nada menos que las famosas radionovelas, que ya se transmitían en otras emisoras como Ecos de la Montaña, en donde leían completas ciertas obras.
Creo recordar que, aparte de ser la antesala para las telenovelas, acompañaron a los colombianos hasta finales de los años 70. Tenía yo 12 o 13 años, me sentaba dentro del carro Fiat de mis abuelos –cuyo conductor, qué paradoja, se llamaba Gustavo Rojas como el dictador que tumbó el abuelo– a oír radionovelas. Entre ellas, Kalimán contra el extraño doctor Muerte y Sandra, la reina de los gorilas. Kalimán se transmitió en Todelar Radio por primera vez en 1965 y se retransmitió otra vez a mediados de los 70.
La radionovela era un género que dejaba todo a nuestra imaginación. Las voces extraordinarias, los efectos especiales y la música lo trasladaban a uno por el infinito mundo de la ficción. A diferencia de las telenovelas, que muestran la imagen, las radionovelas permitían que nosotros le pusiéramos cara a cada uno de los personajes.
Renzo, el gitano (después llevada a la TV), Kadir, el árabe y León de Francia, entre otras, llenaban muchas horas de nuestras vidas. La gran mayoría de las radionovelas se transmitían en las horas de la tarde. Sin embargo, recuerdo dos que escuchaba en la noche en un radio Philips amarillo eléctrico que alguien me había regalado. Fu Manchú, un detective chino, y Tiemble bajo las cobijas, que eran unas historias de terror que, ciertamente, a altas horas de la noche lo dejaban a uno espeluznado.
Nunca entendí por qué se acabaron las radionovelas. Asumo que por el entonces nuevo estilo de la innovadora radio informativa. Estoy convencido, sin ser experto en radio, que hoy las radionovelas podrían ser un éxito. Recordemos que millones de colombianos en sus trabajos, sean en el campo o la ciudad, oyen radio permanentemente.
En esta época moderna, claro está, hay otras opciones, como los radiolibros y los pódcasts. Personalmente, desde que tengo un pódcast llamado El Zuletazo, descubrí este maravilloso mundo. Actualmente estoy oyendo uno estupendo sobre sir Winston Churchill, personaje que siempre me ha atraído enormemente. El problema es que millones de viejos, como yo, no saben cómo acceder a las plataformas como Spotify o BumBox para oír pódcasts. Definitivamente, y lo diré por viejo, todo tiempo pasado fue mejor.
Notícula. Extradición. De Lehder y los Rodríguez a “Otoniel”. Cuarenta años de “guerra contra las drogas”. Con este título, la periodista y escritora María Elvira Samper hace un minucioso estudio de la extradición en los últimos 40 años. Fácil y muy agradable de leer, María Elvira demuestra una vez más (ya lo había hecho con su libro 1989) que, aparte de ser excelente periodista, es una historiadora de muchos quilates. Este libro está totalmente recomendado. No dejen de leerlo. Estupendo.