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El papa Francisco y el wokeísmo

Felipe Zuleta Lleras

20 de abril de 2025 - 12:05 a. m.
"La iglesia debe adecuarse a los nuevos tiempos, pero eso no es convertirse en progresista. El progresismo no es nada distinto que otra forma de anarquía": Felipe Zuleta Lleras
Foto: EFE - ETTORE FERRARI

Sin ánimo de ofender a los católicos, pues yo lo fui desde niño hasta que me convertí al cristianismo, ya adulto, confieso que el papa Francisco me entusiasmaba mucho cuando fue elegido Sumo Pontífice hace ya 12 años. Fui educado por los jesuitas en el colegio San Bartolomé La Merced y por ende me alegré mucho cuando Bergoglio fue ungido. Sin embargo, con los años me he ido decepcionando del papa. Su pasado como “revolucionario” y los hechos sucedidos en Argentina durante la asesina dictadura en los 80, en mi criterio, lo marcaron para siempre. Él ha dicho que no es comunista, pero ciertamente el régimen de los militares en su país lo llevaron ideológicamente a estar más cerca de Marx que de Jesús. Es por eso por lo que ha tratado de imponer, en no pocas oportunidades, su ideología a los católicos del mundo. El wokeísmo llegó hasta el Vaticano. Recibió en varias oportunidades a dictadores de izquierda; celebró, en no pocas oportunidades, la presencia en la Santa Sede de personas trans. Eso por supuesto a mí no me impresiona, pero para millones de católicos es toda una afrenta.

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Poniendo el tema en perspectiva, muchas personas mayores creyentes no logran entender, con razón, que el papa pase por encima de sus creencias, dogmáticas algunas en las que han vivido por generaciones. La humildad de Francisco, acercándose más a los pobres, dejando de lado la pompa que por siglos ha caracterizado a los sumos pontífices, es relevante y por ninguna razón criticable. Pero de ahí a ver al papa rodeado de miembros activistas de la comunidad LGTBI, a la que pertenezco, o abrazado con el dictador Maduro, hay mucho trecho. Igualmente lo vimos con Fidel Castro y Putin.

Entiendo que la iglesia católica debe adecuarse a los nuevos tiempos, pero eso bajo ningún argumento puede ser convertirse en progresista. El progresismo no es nada distinto que otra forma de anarquía. Bien lo ha dicho un analista de la revista Actualidad, especializada en análisis sobre la iglesia católica: “esto se manifestó por primera vez en la nueva constitución de la Curia, que introduce la posibilidad de que laicos y mujeres dirijan un dicasterio romano, esta posibilidad se hizo realidad con el nombramiento de Sor Simona Brambilla al frente del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada, lo que plantea una seria cuestión sobre el poder de jurisdicción, ya que solo un clérigo puede ser investido con tal poder en la Iglesia. La cuestión se sorteó nombrando a un pro-prefecto, que es cardenal y, por tanto, obispo. Pero a nadie se le escapan las connotaciones feministas de semejante gesto, absurdo en su base: es un intento de deconstruir el poder en la Iglesia, un wokeísmo que no se oculta. Pocos días después, otra religiosa fue nombrada jefa de la Ciudad del Vaticano”.

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Solo el tiempo dirá cuál es el lugar que el papa Francisco ocupará en la historia de la iglesia católica. Pero si sigue por el sendero del wokeísmo, pues por ahí va mal, muy mal.

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