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El plan pistola

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Felipe Zuleta Lleras
31 de julio de 2022 - 05:30 a. m.
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Lo que estamos presenciando es no solo aterrador sino espeluznante. Me refiero, obviamente, al asesinato indiscriminado de nuestros jóvenes policías en todo el territorio nacional. Algunos sostienen que se trata, por parte del Clan del Golfo, de mostrar los dientes para, dicen, llegar apalancados a negociar en un eventual proceso de paz con el gobierno Petro. En lo personal, no me opondría a un proceso que lleve al país a “la paz total”, pero el precio no puede ser el asesinato de policías para después tener unas penas irrisorias.

Con todo, me surgen muchas dudas sobre el tema, pues mientras nuestro peor problema sea el narcotráfico, no veo claramente cómo se someterían, precisamente, todos esos narcos. Ya en el pasado hemos visto que siempre aparecen nuevos capos a reemplazar a los que apresan y extraditan. Entonces surgen algunas preguntas: ¿se puede hacer esa paz total sin el consenso de los Estados Unidos sobre el tema del narcotráfico? Si la droga no se legaliza internacionalmente, ¿puede Colombia hacerlo? Ciertamente, el país está en una encrucijada en este tema.

No conocemos, hasta ahora, cómo y cuáles serían las condiciones para negociar con los grupos ilegales dedicados al narcotráfico, con el Eln y, si es posible, con las disidencias de las Farc. Pienso, con riesgo de equivocarme, que el gobierno Petro tendrá que montar varias mesas de diálogo, pues las pretensiones de los delincuentes son diferentes. Lo único que los liga es, precisamente, el narcotráfico.

Me alerta que veo a muchos petristas hablando del tema de la paz total. A Roy Barreras, a Álvaro Leyva (quien en sus redes dice ser el ministro de Relaciones Exteriores y de la paz), a Gustavo Bolívar y a Piedad Córdoba, entre otros. Danilo Rueda, designado comisionado de Paz, ha dicho poco y parece sensato.

El asesinato de miembros de la Policía Nacional no puede ser la gasolina de los criminales para llamar la atención del Gobierno entrante. Pero lamentablemente no he visto a Petro ni a sus cercanos rechazar enfáticamente el crimen de esos policías. Sus mensajes han sido “políticamente” correctos, pero, creo yo, mezquinos con nuestros policías. Espero que esa conducta despectiva hacia la Policía y hacia las Fuerzas Militares solo sea una posición ideológica previa a asumir el poder. Pero conviene recordar que Petro, durante su alcaldía, tuvo pésimas relaciones con los comandantes de la Policía de Bogotá. No quiero aparecer pesimista y, de todo corazón, espero que al Gobierno entrante le vaya bien, pero me temo que se avecinan unos años tenebrosos y tensos. Que no olviden el doctor Petro y su ministro designado de Defensa que la democracia colombiana depende, entre otras, de la fortaleza y lealtad de nuestras Fuerzas Militares y de Policía.

Hay que solidarizarse con la Policía Nacional, que es la que nos cuida y protege a diario. El respaldo a esa institución debe ser claro, contundente y, por supuesto, sin ambages. Gracias a toda la Policía Nacional.

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