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Estamos a dos semanas de entrar en el tercer año del gobierno Petro. El balance no puede ser más desolador, porque es imposible. Cuando el presidente empieza a gobernar con el sol a las espaldas, como decía Alfonso López Michelsen, todavía les echa la culpa de todos los problemas a sus antecesores. Si Petro hubiera dedicado su tiempo a gobernar, en vez de destruir, odiar y estigmatizar, seguramente habría logrado algunos de los cambios que propuso durante su campaña. Pero no, su incapacidad de liderazgo y su megalomanía le han impedido tener un gobierno cohesionado y eficiente. Por el contrario, a la fecha ha cambiado 40 ministros, y en muchos casos, que no en todos, ha salido de gente muy buena para nombrar personas, por decir lo menos, incompetentes. Me preguntaba esta semana en qué país del mundo nombrarían a un ministro de Educación cuyas únicas expresiones son “hijueputa, gonorrea, malparidos” y otras tantas.
Y no es por descalificar al nuevo ministro de Educación por su origen popular, como pretende hacer creer el señor Petro. Este país ha tenido muy buenos funcionarios en diferentes campos que han venido de orígenes muy humildes y que, con esfuerzo, estudio y disciplina, le han servido a Colombia desde importantes posiciones. Recordemos, a manera de ejemplo, al profesor Alfonso Gómez Méndez, al exministro Jaime Castro y al excontralor Antonio Hernández Gamarra. Todos ellos provienen de familias que no tenían los recursos para sacarlos adelante y lo lograron. Podría hacer una lista de ministros incompetentes en este gobierno, pero los colombianos los conocen y, lo peor, los han padecido.
Petro se remonta a los últimos 10 gobiernos para justificar el desastre de su mandato. Lo grave es que no lo hace basado en hechos históricos comprobados, sino en mentiras, defecto que se le da muy bien. Habiendo tenido la posibilidad de haber hecho por el país siquiera un mínimo porcentaje de lo que prometió, su impopularidad no sería tan alta. Se quedó rodeado de muchas personas incompetentes, que por supuesto no se atreven a decirle lo mal que va el gobierno. El cacareado cambio quedó en nada. Sus permanentes contradicciones han sumido al país en una confusión enorme. Mientras su ministro del Interior habla de un acuerdo nacional, Petro lo destruye con sus publicaciones en las redes. El país, como los alcohólicos, está tocando fondo. Y por eso muy seguramente la izquierda, tan mal representada por Petro, no vuelva a ganar unas elecciones a la Presidencia. Dirá entonces el señor Petro que todo es producto de las mismas mafias, etcétera.
El presidente no se cansa de mentir y prometer. Por fortuna, el gobierno es inepto, entonces los desastres que hasta ahora ha cometido, espero, podrán arreglarse en los gobiernos posteriores.
Notícula: independientemente del resultado del partido de hoy, los muchachos de la selección nos han devuelto la esperanza. Gracias de todo corazón. Gracias, profesor Lorenzo.
