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Las lecciones de diplomacia que el presidente de Venezuela le dio a Álvaro Uribe son realmente ejemplares, no sólo por las formas -impecables por cierto- sino por el tono humanitario con el que el presidente del vecino país ha manejado el tema de la liberación de Clara, su hijo y Consuelo, cuya suerte desconozco al momento de escribir esta columna.
De la actitud asumida por Chávez, a pesar de la patada que le pegó Uribe, hay varios puntos que merecen ser mirados con detenimiento. Sin lugar a dudas Chávez frente a Uribe es un líder y, eso explica por qué los presidentes de Francia, Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina han seguido al pie de la letra la agenda del comandante venezolano.
Por otra parte, los garantes internacionales, entre ellos el ex presidente argentino, tienen como interlocutor en Colombia a Restrepo, un funcionario de tercera y quien genera desconfianza. Si Uribe no fuera mezquino, tracalero y de verdad pensara en los secuestrados, hubiera llamado a los ex presidentes Pastrana, Gaviria o Samper para que fueran garantes por Colombia y poner así el tema humanitario al nivel que los secuestrados y el país le reclaman.
Este operativo político-diplomático-humanitario-militar montado por Chávez y los presidentes amigos pone de manifiesto que desconfían de la verborrea arriera de Uribe, la cual no tiene eficacia alguna frente a la comunidad internacional. La operación “Transparencia” fue minuciosamente explicada por Chávez después de que la Cancillería colombiana conociera los operativos en nota diplomática. Por eso a Uribe no le quedó nada distinto que autorizar el operativo de rescate de los liberados, pues simplemente no le dejaron otra salida.
Como para no quedar como el bobo del paseo, el Gobierno colombiano trató de acoger como propia la idea de que las aeronaves debían tener símbolos de la Cruz Roja, cuando Chávez ya lo había dicho y documentado. La claridad, mesura, seriedad y constancia que el presidente de Venezuela le ha puesto a este tema contrasta con el manejo solapado que nuestro Gobierno le ha imprimido al asunto, siempre buscando disculpas y poniendo trabas, cuando lo elemental y mínimo que debería hacer el Estado es traer a casa sanos y salvos a todos los secuestrados.
Esperemos que lo acontecido esta semana abra una nueva esperanza para Íngrid, los soldados, policías y para todos aquellos que están secuestrados, pues tal como lo hemos dicho y manifestado en varias oportunidades, la única posibilidad que estos conciudadanos tienen de salvarse es que las negociaciones salgan de la órbita exclusiva del conflicto entre los paramilitares agazapados en el Gobierno y los guerrilleros representados por Tirofijo. Gracias al presidente Chávez y a Piedad Córdoba los secuestrados ven una lucecita al final del túnel, a pesar de las Farc y del despiadado presidente colombiano.
Felipezuleta.blogspot.com
