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Con el eslogan que utilizo para titular esta columna, la administración del alcalde Peñalosa está mostrándole a la opinión pública las múltiples realizaciones de su administración.
Colegios, parques, hospitales, centros de salud y los llamados CAPS, limpieza de la ciudad y su infraestructura, bicirrutas, centros de la felicidad, nuevas vías, atención a la tercera edad, viviendas populares, etcétera.
Peñalosa ha hecho en estos tres años y medio mucho más de lo que hicieron Petro, Moreno y Garzón juntos. Pero, claro, como no es buen comunicador ni mucho menos populista (como Petro), la opinión pública lo detesta a pesar de que les ha mejorado su calidad de vida de manera sustancial.
La ciudad de hoy es otra totalmente diferente a la que dejo Petró. Pero cuatro años no son suficientes para sacar adelante una ciudad que quedó como Hiroshima después de la bomba atómica: destrozada.
Lo que está pasando con el alcalde es una injusticia, producto entre otras cosas de su poca capacidad de comunicar y de las permanentes mentiras que sobre su administración se dicen en las redes, lideradas claro está por personajes siniestros como Claudia López, Gustavo Petro y Hollman Morris.
Le han torpedeado —a través de los jueces— una cantidad de proyectos que, al final del día, eran para millones de bogotanos.
El odio que le tienen los petristas acaba finalmente por jodernos a todos los que vivimos en Bogotá.
Petro, que fue un pésimo y populista alcalde, hizo poco de lo que prometió, no solucionó el tema del SITP, frenó el desarrollo del Transmilenio, deterioró, por su odio en contra de los privados, el tema de la recolección de basuras. En conclusión, no fue capaz de manejar con responsabilidad la ciudad.
Recordemos que Peñalosa pasó por algo parecido durante su primer mandato en términos de su impopularidad. Solo cuando dejó el cargo la ciudad entendió que, como ahora, había hecho una gestión maravillosa. Tanto así que los ciudadanos lo reeligieron.
Unos $48 billones es lo que el alcalde le deja invertido a la ciudad. Y claro, esas ejecutorias solo se verán en tres o cuatro años. Ya notaremos al o la siguiente alcalde o alcaldesa sacando pecho cuando empiecen a inaugurar las obras que dejó contratadas Peñalosa. Ya verán ustedes, pacientes lectores, que quien lo suceda será tan mezquino que no reconocerá lo hecho por Peñalosa, sino que además no lo invitará.
Peñalosa tiene todavía tres años de agonía hasta que sus ejecutorias se vean, pero una vez eso pase, quedará consagrado. Ya lo verán ustedes.
Si no queremos que la ciudad retroceda debemos elegir al burgomaestre con mucho cuidado, alguien que les dé continuidad a las obras de Enrique Peñalosa. Y esa persona no es Claudia López.
Nos quedan como opciones Carlos Fernando Galán y Miguel Uribe, a quienes les hago un llamado respetuoso para que se unan y por cualquier mecanismo logren un solo nombre. No nos dejen a los bogotanos en manos de personas inexpertas. ¡Por favor!