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La palabra woke es el pasado del verbo wake, es decir despertar. Si bien tiene origen, según los investigadores, en el movimiento Black Life Matters, que nació contra el racismo en los Estados Unidos, ha derivado con el tiempo en una ideología progresista. Por eso se identifica con los partidos de izquierda.
Desde hace más de una década, ha servido a muchos políticos para promover esta cultura y a otros, como Trump y Milei, para discriminar a las minorías. Entre ellas, por supuesto, la comunidad LGBTI, el ateísmo, la desigualdad de ingresos, la desigualdad racial o el cambio climático, entre otros.
Lo que en mi criterio resulta inaceptable, es que el wokeismo pretenda imponer su ideología sobre la mayoría. Entiendo que se debe luchar contra la discriminación, pero no para discriminar a otros como ha venido históricamente pasando. Es por eso por lo que en muchos colegios en los países progresistas se ha impuesto la obligación de enseñar a los niños sobre esta cultura, especialmente en lo que tiene que ver con el tema de las personas que, habiendo nacido biológicamente como hombres o como mujeres, se identifican como transgéneros. Es decir, el niño que se percibe como niña, por sólo mencionar un caso.
Tratar de hablar sobre el wokeismo ciertamente genera muchas resistencias. Bien porque usted esté de acuerdo o porque esté, debido a sus creencias religiosas, en total desacuerdo. Hoy tenemos mujeres que nacen como mujeres y después deciden ser hombres solo para competencias. Esa es la tapa.
He luchado durante muchos años por el respeto a la comunidad LGTBI, pero eso no me puede cegar al punto de tratar de imponer a rajatabla mis preferencias sexuales, por encima de las creencias religiosas de las demás personas. Entiendo que este debate ha sido polémico, pero al paso que vamos, los niños y las niñas acabarán no entendiendo absolutamente nada sobre su sexualidad. Hemos llegado en Colombia, por ejemplo, al exabrupto que un niño de siete años sin consentimiento de los padres pueda ir a una notaría y pedir que de ahí en adelante se identifica como mujer o como ser no binario.
No se trata, en mi criterio, solamente de un acto de inmoralidad a la luz de las creencias religiosas católicas o cristianas. Se trata de una estupidez que se ha impuesto por los movimientos progresistas en el mundo. Pero claro está que los católicos están en todo su derecho de defender todo lo relacionado con la sexualidad de sus hijos menores y su concepto de familia. ¿Por qué pretender imponerles otro concepto de familia?
A este paso en el futuro no sabremos distinguir entre un hombre, una mujer, un transgénero, un católico, un ateo y, como dijo una ministra del Gobierno actual, entre la patria y la matria.
Eso por no mencionar el todos, todas y todes. Increíble que las sociedades en el mundo, en vez de avanzar, hayan retrocedido a este nivel de supina majadería.
