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En estos días oí a un gamín diciéndole a otro "gurrupleta". Pensé que esa palabra no existía, por lo que procedí a buscarla.
Y ciertamente quiere decir persona vil, ruin, de mala condición humana. Por esas cosas del destino inmediatamente se me vinieron de manera simultánea varios nombres a la cabeza, que precisamente durante sus oprobiosas vidas han actuado, vivido, pensado, juzgado como gurrupletas. Voy a compartir con ustedes esta larga lista de despreciables personajes quienes seguramente revirarán, porque una de sus características, tal vez la que más los mueve, es la venganza, el odio, las bajas pasiones, las aberraciones del espíritu y la podredumbre de sus pequeños y mezquinos corazones, que los reflejan de cuerpo entero, porque tengo claro que alma no tienen.
Encabeza la lista Édgar Artunduaga, periodista de marras, que no reconocido, pues para eso se requiere ser prestigioso, respetable y buen profesional. Esta gurru, porque ni siquiera califica para gurrupleta, se ha metido con todos los personajes que detesta en asuntos de su vida privada e íntima, como si tuviera un derecho a destruir a quien a él se le dé su mezquina gana. Colegas periodistas, congresistas, mujeres, hombres, colombianos de bien, empresarios, en fin.
No ha dejado títere con cabeza, acudiendo al expediente de la vulgaridad, la trivialidad y la estupidez. Por supuesto yo, para mi orgullo, pasé por su ponzoñosa pluma, pluma que más bien lo caracteriza a él con los homosexuales que tanto critica y que, de lejos, son verdaderos machos comparados con un cobarde que esconde sus propias inseguridades tras las injustas agresiones para con sus víctimas.
Recuerdo ahora a Daniel Samper cuando acusó de sicario moral a alguien que perseguía periodistas. La gurru (noten la utilización del artículo LA) escribe ahora en una revista virtual llamada Kien y Ke que, contadas excepciones, se ha vuelto una cloaca periodística que apenas merece a columnistas como la gurru a la que nos hemos venido refiriendo.
Apenas comparable con esta gurru, y entre todos apenas lo alcanzan, son los criminales Nule y sus secuaces, los paramilitares como Don Berna, Mancuso y Llanos, los narcos como Fritanga, Chupeta, Carevaca, Pablo Escobar, Popeye y demás gurrupletas que le han hecho tanto daño al país.
Por supuesto, entre los mismos se encuentran Tirofijo, Raúl Reyes, Timochenko, Cano, gurrupletas como todos aquellos que se robaron la plata de salud, o los que, como los Nule, se sustrajeron los anticipos.
Ni qué hablar de los parlamentarios que trataron de meter sus delitos en la reforma de la justicia, y los alcaldes y concejales que se han tumbado la regalías de millones de ciudadanos que no se han beneficiado con la prosperidad de la economía. En fin, de no ser porque hay una mayoría de colombianos excelentes y decentes, podríamos decir que Colombia es un país de gurrupletas, con la presidencia de la gurru mayor cuyo nombre es impronunciable.
