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De hoy en 11 meses veremos salir a Gustavo Petro de la Casa de Nariño, a donde nunca ha debido llegar. Con un desprestigio enorme y odiado por millones de colombianos, Petro deja la Presidencia y detrás suyo un país destrozado como nunca antes. Estos años han sido realmente desastrosos para los colombianos. De su gobierno le quedan secuelas al país muy difíciles de sanar. Interminable sería la lista de daños que este gobierno le ha hecho a Colombia. Enunciaré unos pocos, tales como la destrucción de la salud, el orden público, las finanzas de la Nación, la corrupción, la polarización, la destrucción del sector energético, los daños en la infraestructura y, para terminar, el pésimo manejo de las relaciones internacionales.
De todas estas, la más grave es el deterioro del orden público, pues Petro le entregó, con premeditación y alevosía, un gran porcentaje del territorio nacional a los grupos al margen de la ley, asunto este que no creo haya sido casual. Petro quiso destruir a Colombia y por eso debilitó a las Fuerzas Militares, por un lado, y dejó organizar a los grupos criminales con quienes dizque buscó una “paz total”, por el otro.
Colombia no merecía tener como presidente a un personaje tan mala persona como Gustavo Petro. Como lo he dicho en otras oportunidades, jamás dejó de pensar y de actuar como guerrillero. No hay manera de que un país prospere cuando el único ánimo de su gobernante es el de tomar venganza contra quienes él considera sus enemigos. Estoy convencido de que a Gustavo Petro no le alcanzará el mundo para esconderse después del 7 de agosto. En lo que tiene que ver con las próximas elecciones, los colombianos tenemos la obligación de votar por un candidato o candidata que se comprometa a quitarles de las manos a los subversivos todas las prebendas que Petro les ha otorgado.
La mano dura que anuncian algunos de ellos me parece poco para lo que hay que hacer. Colombia queda a partir del 7 de agosto del año entrante en cuidados intensivos, por lo que hay que tomar medidas drásticas, seguramente dolorosas, pero necesarias.
Eso se logra fortaleciendo las Fuerzas Militares, por un lado, y, por el otro, ejerciendo e imponiendo la autoridad sin miramientos y sin miedos. No de otra manera vamos a recuperar al país. La autoridad me parece poca para lo que hay que hacer. El que viole la ley en cualquiera de sus formas debe ser judicializado y castigado sin ninguna consideración.
El próximo presidente de los colombianos literalmente se va a tener que inmolar por la patria. A los 11 millones de colombianos que votaron engañados por Petro sólo les podría decir que quien miente una vez, miente muchas veces. Es por eso por lo que les recomendaría no dejarse engañar por personajes como Daniel Quintero o Iván Cepeda. Piensen en la clase de país que le quieren dejar a sus hijos y a sus nietos y, estoy seguro, jamás querrían que fuera una nueva Venezuela. ¡Petro será recordado como una mala pesadilla!
