Escribo esta columna desde la zona lavanda de la Fundación Santa Fe de Bogotá. Este es un espacio dedicado fundamentalmente a las personas con enfermedades mentales. No en pocas oportunidades, he contado en esta columna, en Blu Radio y en los libros que escribí, que estoy diagnosticado desde hace mucho tiempo con una depresión crónica severa. Llegué a este estado porque tuve hace un par de semanas un accidente que involucró la columna vertebral. Contrario a lo que uno podría pensar, Zona Lavanda es un lugar apacible en donde los médicos, las enfermeras y el personal administrativo lo tratan a uno con un cariño inigualable. En este proceso de solucionar el problema en los huesos, debido a los tremendos dolores, se me disparó la depresión. El grupo de médicos que han estado a mi lado con profesionalismo y empatía está conformado por los doctores Ramón, Cuenca, Garzón, Guerrero, y la doctora Soto. Todos en su especialidad son insuperables, y por supuesto la Fundación Santa Fe de Bogotá es de lejos, en mi criterio, no solo el mejor hospital del país sino de Latinoamérica.
En Colombia, entre enero a junio del 2024 se suicidaron 1.677 personas, de acuerdo con un estudio de la Universidad de la Sabana. Esto significa que nueve personas se quitan la vida cada día. Ningún gobierno en sus planes de desarrollo ha incluido políticas relacionadas con las enfermedades mentales. Es como si esa parte de la población con estas patologías no existiera. Es la hora de acabar con el mito de que quienes se hacen tratar por psiquiatras son locos. En no pocas oportunidades somos estigmatizados, mirados como bichos raros y, en el mejor de los casos, nos tratan como dementes. Solo quienes padecemos algún trastorno mental o enfermedad sabemos lo que es sentirse sin alientos para seguir viviendo. A esto hay que sumarle que los médicos psiquiatras están muy preocupados por el desabastecimiento de las medicinas para el tratamiento de estas enfermedades.
Tal vez si el propio presidente de la República se hiciera una introspección honesta, de la mano de un psiquiatra, encontraría que seguramente él también padece, como millones de colombianos, una enfermedad mental. No soy experto en temas psiquiátricos, pero algunas actitudes del señor presidente dan para entender que hay un problema.
Pero el tema de esta columna no es sobre Petro. Hacemos un llamado al ministro de Salud para que atienda un problema tan grave como el de las enfermedades mentales. Como dije atrás, quienes la padecemos estamos echados a nuestra suerte. No le deseo a nadie tener una enfermedad mental, cualquiera que sea, porque de la misma se derivan otras consecuencias, que nos impiden tener un vivir equilibrado. De nuevo, gracias a la Fundación Santa Fe de Bogotá y a sus médicos, enfermeras, y demás personal, porque estoy seguro de que en unos días o semanas, estaré nuevamente trabajando en lo que más me gusta: hacer radio en Blu.
