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Es un asunto de lógica: si estamos con los mismos personajes y conversamos sobre las mismas ideas, si nos rodeamos de quienes piensan parecido a nosotros y hablan casi siempre de los mismos temas, si solo leemos los escritos de aquellos que comulgan con nuestras ideas, y únicamente aceptamos las posturas que estén en la línea de nuestras propias posturas, no saldremos jamás de un radicalízado círculo vicioso que se hará cada vez más grande, más fuerte. Inmersos en nuestras apasionadas creencias y en tanta igualdad, nos convenceremos de que la unión hace la fuerza, y de paso, también, que de ella surgen la lógica, las verdades de lo que ha ocurrido y de lo que no, lo positivo y el futuro.
Contaminados por las redes, que cada vez nos dicen más lo que queremos oír y nada más que eso, y desinformados por los periódicos y los noticieros, que tratan los temas llevados casi siempre por un tráfico incendiario, surgido de estudiadas estrategias para indignar a la gente, hacerla tomar partido, volverla radical, envenenada y odiante, pues el odio suma clics, y los clics suman dinero, nos uniremos los verdes con los verdes, los rojos con los rojos, los amarillos y más amarillos, y los azules con los azules, y obviamente, cada vez seremos más azules, más amarillos, más rojos o más verdes, y veremos el mundo pintado solo del color que elegimos, que también es el color que queremos ver.
La unión hace la fuerza, con todas y cada una de las consecuencias que suele producir la fuerza y solo la fuerza. La unión hace la fuerza, y hace al fanatismo que lleva a la locura y ha llevado a tantas y tantas locuras en la historia de la humanidad. La unión hace la fuerza, y también, la irracionalidad, la dependencia, la obsesión por hacer algo y cambiar el mundo y cambiarlo todo. Y hace el frenesí, la prisa, la inmediatez, el vértigo. Y hace la arenga desmedida, el panfleto, las exclusiones y todo tipo de divisiones. En aras de la unión-supuesta-solidaridad, corremos a ciegas hacia ninguna parte porque los demás, muy unidos y reunidos, corren a ciegas hacia ninguna parte.
