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El elogio de la dificultad de Estanislao Zuleta

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Fernando Araújo Vélez
23 de noviembre de 2025 - 11:10 a. m.
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Cursaba cuarto de bachillerato en el Liceo de Antioquia cuando Estanislao Zuleta Velásquez decidió salirse del colegio para terminar de leer “Los hermanos Karamazov” o “La montaña mágica”, jamás lo aclaró. Luego, con los años, y retomando las palabras que su tío Fernando Isaza les dijo a su madre y a sus tías, explicaría una y otra y otra vez que había dejado la escuela porque le quitaba demasiado tiempo para sus estudios. “El gusto por el conocimiento tenía que ser un gusto por el conocimiento mismo; el conocimiento no era un instrumento para obtener una nota o título”, solía repetir varios años después, cuando dictaba charlas por las aulas de algunas de las universidades de mayor renombre de Cali y Bogotá y ya no necesitaba de mayores presentaciones.

Sus textos, sus ideas, habían logrado pesar más que cualquier título u honor, surgidos en general de las conveniencias. Desde los 16 años había elegido el camino más difícil, y con lo difícil como principal argumento para acceder a cierto nivel de conocimiento y sabiduría, se enfrentó a los esquemas y a las instituciones, a los dogmas, a los falsos paraísos y a los falsos positivos de cualquier índole, a los profetas de los milagros y a todos los tipos de milagros que no tuvieran que ver con las dificultades. “En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido”, escribió entre tantas otras cosas en su “Elogio de la dificultad”.

Por años y más allá de su adolescencia, fue uno de los discípulos de Fernando González Ochoa, con quien su padre, Estanislao Zuleta Ferrer, se veía a menudo y a quien le escribía cartas con sus impresiones sobre la vida, la no vida, la insidia, la hipocresía, la trivialidad y la política colombianas. Cuando Zuleta Ferrer falleció, el 24 de junio de 1935, en el mismo accidente en el que perdió la vida Carlos Gardel, González Ochoa le prometió a su viuda, Margarita Velásquez, que siempre estaría presente para su hijo, de solo cuatro meses de edad. Con los años, le abrió las puertas de Otraparte, su casona en Envigado, y le prestó y le regaló libros, pero sobre todo, conversó con él y con todos aquellos que cada fin de semana se tomaban un bus de escalera y llegaban a Otraparte para verse, charlar, discutir, escribir y cuestionar.

Pasado un tiempo, las clases del “maestro Zuleta” en la Nacional y la Libre de Bogotá, y en la Universidad del Valle, empezaron a llenarse de todo tipo de gente que pretendía escuchar a aquel hombre de barba y gafas cuadradas, de andar pesado y hablar lento que ponía de revés todo lo que se creía tan derecho y tan normal, y tan justo y bueno y deseable, y que decía cosas como que la meta no podía ser un fin de vida pues el éxito era superficial y falso, y potenciaba la duda, y dudar, y el descubrir, y hacía énfasis en lo difícil y esencial que era “valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho”.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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Gladys Benavides(69771)24 de noviembre de 2025 - 01:31 p. m.
Maravilloso traer al pensamiento a Estanislao Zuleta, merece una y otra columna, nada más con su Elogio a la dificultad tenemos para varias.
Oscar Lopez(36876)24 de noviembre de 2025 - 11:11 a. m.
Como siempre un bálsamo de frescura esta columna.
Álamo(88990)24 de noviembre de 2025 - 01:26 a. m.
Lo dicho es solo un tentempié para caminar a "Otraparte". Gracias.
Nicolhaz(35350)24 de noviembre de 2025 - 12:27 a. m.
Gracias
Juan Carlos Ramirez(8rgoa)23 de noviembre de 2025 - 10:53 p. m.
Si los apellidos de Estanislao eran Zuleta Velásquez, no entiendo cuál era el vínculo filial de éste con Margarita Restrepo, la viuda de Estanislao Zuleta Ferrer. ¿Acaso el filosofo Estanislao era hijo de una señora distinta a la Restrepo?
  • Juan Carlos Ramirez(8rgoa)24 de noviembre de 2025 - 03:15 a. m.
    La columna muy buena, como la gran mayoría de las escritas por Fernando Araujo, pero si es importante que haya precisión en la identificación correcta de los personajes aludidos. De hecho, tal inconsistencia provocó mi comentario.
  • Nicolhaz(35350)24 de noviembre de 2025 - 12:30 a. m.
    Era Margarita Velásquez, un lapsus del autor, pero eso es lo que menos importa de la columna
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