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Jugar a que uno gana

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Fernando Araújo Vélez
08 de octubre de 2023 - 02:10 a. m.
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El juego es prólogo. El triunfo, epílogo. El juego es una novela, una obra de teatro o una película con finales abiertos, como la vida. La victoria, una noticia de tres, cuatro o cinco líneas. El juego es lo por venir. El triunfo, un pasado sellado y perfecto. El juego es la duda. Ganar, una suerte de absoluto sustentado en unas cifras, no en las ideas, el trabajo ni en los imponderables. El juego es un laberinto repleto de puertas y ventanas que uno va buscando y encontrando y abriendo, y es riesgo, salto, encanto y, a veces, desencanto. La victoria es una puerta atravesada, cerrada y clausurada. El juego es azar y el azar es uno de los ingredientes decisivos de la incertidumbre. Ganar es haber superado las estaciones del azar, y es la certeza.

En el juego están la pasión y la emoción de sentir y entender que algo maravilloso siempre está por ocurrir, y en ese camino van apareciendo la simulación, la puesta en escena, la estrategia, las pausas, el correr, cambiar de velocidades, el frenar a veces y después acelerar y el engaño. En el ganar, en cambio, solo están una emoción desbordada que dura unos segundos, minutos quizás, y el intento de detener el tiempo para que las imágenes de la victoria no se diluyan, aunque siempre terminen por diluirse. El juego es aventura, búsqueda, descubrimiento. La victoria es, de alguna manera, tener la razón y poder decirles a unos cuantos que uno tenía la razón, y luego, una especie de nada mezclada con depresiones y angustia. El juego es vida. El triunfo, comenzar a morir.

El juego es indefinición, sugerencia. El triunfo, una afirmación. El juego es caminar y un camino con múltiples bifurcaciones. La victoria es el reposo. El juego es un riesgo, y es la inteligencia y la decisión y un enjambre de posibilidades. El triunfo es una palabra que lleva a aplausos, ovaciones y venias, pero también, y sobre todo, es una amenaza llena de envidias que lleva a una venganza. En el jugar hay pulsiones; en el ganar, calma. El juego es infinito. La victoria, un límite. Jugar es una y mil adivinanzas y una indeterminada suma de colecciones de puntos seguidos. Ganar es el punto final. El juego es observación en cada una y todas sus posibles definiciones, y el triunfo, en últimas, tener la sensación de que el juego se acabó y que en adelante solo nos queda perder, o jugar a que uno gana.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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Rosa(57807)08 de octubre de 2023 - 04:49 p. m.
Como siempre. Simplemente genial. La paradoja en la búsqueda y el encuentro. Ojalá siempre profundizáramos en estos caminos.
Victoria(05386)08 de octubre de 2023 - 04:38 p. m.
Tremenda. ¡Me encantó!
Manuel(9808)08 de octubre de 2023 - 01:06 p. m.
Si una circunstancia deja de ser un juego, es para convertirse en hastío y decadencia. Cuando el triunfo obnubila se convierte en fracaso porque oscurece el horizonte. No entiendo tanta palabra para decir tan poco. La misma vida es solo un juego, aunque siempre termina en tablas.
  • Roberto(27924)08 de octubre de 2023 - 05:49 p. m.
    Falso ! Termina en perdida.......
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