Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

La condena de Vasili Grossman

Fernando Araújo Vélez

23 de febrero de 2025 - 06:10 a. m.

Lo persiguieron y lo condenaron, y su condena fue apartarlo del mundo y confiscar sus textos. Vasili Grossman había sido periodista, e incluso cubrió los sucesos del sitio y la batalla de Stalingrado, julio del 42 a febrero del 43, y escribió lo que vio y lo que supo cuando el ejército rojo, millones de hombres y un millón y tantas o más de mujeres enfrentaron el asedio de los nazis y los vencieron. Luego fue descubriendo otros hechos. Se fue enterando de las purgas del gobierno de Stalin en 1939, la orden 00447 del gobierno para eliminar los “elementos antisoviéticos”, y escribió en “Todo fluye”: “Una orden así no se había dado nunca desde que existe Rusia. Una orden así no la había firmado nunca el zar, ni los tártaros, ni los ocupantes alemanes. Una orden que decía: matar de hambre a los campesinos de Ucrania, del Don, de Kubán, matarlos a ellos y a sus hijos”.

PUBLICIDAD

Entonces conoció los campos de concentración en los que morían decenas de miles de opositores al régimen soviético, y escribió. Según algunos de sus compañeros del Krasnaya Svezda, y algunos de sus amigos, e incluso de sus enemigos, Grossman fue el primero en atreverse a contar lo que había pasado en los gulags. Pasados los años, Alexandr Solzhenitsyn, Boris Pasternak y Andréi Siniavski, entre otros varios escritores, tomaron nota de sus apuntes y escribieron sus propias obras, y de distintos modos, aquellas obras traspasaron las fronteras soviéticas y denunciaron lo que ocurría. La KGB y los distintos órganos de seguridad se ensañaron con Grossman. Quemaron los ejemplares que pudieron encontrar de su libro “Vida y destino” y se llevaron las cintas de tinta de su máquina de escribir y los papeles carbón que había usado, pues en ellos podrían rastrearse las huellas de sus escritos.

En lo años 80, aquellas mismas cintas fueron microfilmadas por Semión Lipkin y Vladimir Voinóvich, y “Vida y destino” fue publicada por vez primera en Suiza, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, entre 1980 y 1985. Cinco años más tarde fue editada y algo recortada en Rusia, pero por lo menos ya aparecía en las vidrieras de las librerías, y desde ahí les contaba, les gritaba la historia de sus ancestros a los miles de miles de rusos que habían perdido a sus padres, a sus abuelos o hermanos o a sus hijos durante la tenebrosa noche soviética. Grossman había muerto en 1964, sin gloria, sin honores y casi que sin nombre. Las persecuciones del régimen, sus intentos por defender la libertad y la publicación de sus libros, la censura, e incluso los gestos de sus viejos amigos, que lo acusaban de traidor y se cruzaban de acera cuando lo veían por la calle para no saludarlo, fueron minando sus fuerzas y su cuerpo.

Read more!

Unos días antes de su muerte escribió que lo habían “estrangulado en el umbral de su casa”.

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.