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La condena del postmorir

Fernando Araújo Vélez
02 de junio de 2024 - 02:10 a. m.
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Pero puestos a acercarnos a ver las cosas como son y no como uno quisiera que fueran, muchas veces la parte más sencilla de la muerte para un muerto fue morir. Morir y no tener que ver cómo los vivos se trenzaban en peleas de barrio o de juzgado por el cadáver, y más que por los restos, por sus herencias. Morir y no saber que lo vivido por cada muerto terminaba convirtiéndose en un interminable reguero de falsedades, de voces que cuenten lo que nunca fue, de historias inventadas o parcialmente inventadas y de palabras jamás dichas, pero pronunciadas por los vivos como si hubieran sido parte de una calmada conversación del día anterior.

Moriremos. “Que de morir tenemos”. Algunos muertos serán invocados en lúgubres sesiones de espiritismo, y una voz trémula, grave, suplantará sus voces y dirá cosas que jamás dijeron con palabras que nunca pronunciaron. Otros serán traicionados en sus ideales, sus deseos y su dignidad, y más tarde o más temprano habrán sido convertidos en un póstumo engranaje de dinero. Si era artista, cada una de sus obras, cada uno de sus autógrafos y todos sus objetos se multiplicarán por millones. Si era un simple y anónimo ciudadano, como usted o como yo, cada copa que tomó entre sus manos, su reloj y tal vez un anillo, se transformarán en una infinita sucesión de cuentos y relatos.

Puestos a ver las cosas desde lo “humano, demasiado humano”, para recordar a Nietzsche, más que a la morida y al morir, habría que tenerle pánico al postmorir. El postmorir definirá por años y decenas de años quiénes fuimos, qué hicimos, cómo vivíamos, qué decíamos y qué dejamos. El postmorir determinará si éramos buenos o malos o perversos, y en estos tiempos de linchamientos, de calificativos, generalizaciones y radicalismos provocados, si un día nos robamos una botella de vino, nos definirán como ladrones, y si otro día defendimos algunas posturas de Lenin, nos tacharán de izquierdistas. Seremos la memoria que cuenten nuestros vivos.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
Conoce más
Oscar(23792)02 de junio de 2024 - 12:57 p. m.
solo inmortales en el afán metafísico de los olvidos que reafirma el egoísmo y la perversidad de lo que que somos...
Nelson(23874)02 de junio de 2024 - 12:44 p. m.
Moriremos una segunda vez cuando todos aquellos que nos recordaban hayan muerto a su vez. Así o más o menos así, lo dijo Giovanni Papini. "Después, inflexible, el olvido irá carcomiendo la historia; y aquellos que nos han querido restaurarán nuestra memoria a su gusto y a su medida con recuerdos de sus vidas", como lo dice JM Serrat.
Manuel(9808)02 de junio de 2024 - 11:34 a. m.
La condena del postmorir es de los vivos que no pueden comer del muerto, porque muerto el vivo caen los carroñeros a pelar el hueso, y si no hubo hueso para roer el muerto era mal vivo. Un tema en extremo mal - tratado por el apurado columnista.
Rosa(57807)02 de junio de 2024 - 09:44 a. m.
El muerto estará vivo mientras haya quien lo recuerde, quien pronuncie su nombre.
  • Manuel(9808)02 de junio de 2024 - 11:25 a. m.
    En eso consiste la resurrección de Jesús El Cristo, y el que más le insufló nueva vida fue Saulo el tarso, alias Pablo. Así las cosas, dios se hizo verbo.
Gines(86371)02 de junio de 2024 - 04:53 a. m.
"No son los muertos los que en dulce calma, la paz disfrutan de su tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía... Los que mueren con honra son los vivos, los que viven sin honra son los muertos " Antonio Muñoz Feijoo. (1851-1890). Dedicado por el suscrito a alias "Matarife".
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